¿Hace falta toda una vida para aprender a ser felices?

Por JoseV, el 11/12/2012

¿Hace falta toda una vida para aprender a ser felices?

Este título que parafrasea un pensamiento de Séneca "hace falta toda una vida para aprender a vivir" es la razón de unas reflexiones que se alejan de la línea habitual de Happymente. No quiero ponerme pesado, ni pasarme de trascendental, pero ¿no tienes la sensación de que malgastamos nuestro tiempo absurdamente? Vivimos vidas incompletas y nos damos cuenta demasiado tarde de lo que nos hemos perdido. Objetivos equivocados, metódos muy mejorables, siendo generosos, dan forma a vivencias que están lejos de parecerse a las que imaginábamos, cuando empezamos a darle vueltas a lo que nos gustaría ser o hacer con nuestras vidas.

Algunas personas quieren vivir mucho, de hecho muchos tenemos miedo a la muerte. No se porque utilizo el plural, realmente ni me lo he planteado. Supongo que es una forma de quitarle hierro. Lo que tengo bastante claro, si pienso en los que conozco es que todos tenemos bastante temor, respeto o como te apetezca llamarle, a la enfermedad, al dolor y al fin que nos espera. Con lo que rascando un poquito más, parece que tener una buena salud es importante para la mayoría. Una buena salud te permite vivir mejor, durante más años. ¿Para qué? ¿Qué hay tan importante en nuestras vidas que merezca ser vivido el mayor tiempo posible? Mi parte cínica dice que en muchos casos debería ser incluso al revés. Mi lado políticamente correcto me recuerda que no soy quien para meterme en como cada uno vive su vida. El emocional es el que está escribiendo, en buena medida, estas líneas. Pero mi lado lógico me indica que solo si una buena parte de individuos realmente se preocupan por vivir mejores vidas, esto que hacemos podría tener algún sentido.

Albert Einstein dijo "todos somos muy ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas". Y cuanto más avanzamos nos damos cuenta de lo sobrevalorada que está la inteligencia, por lo menos aquello que comunmente la mayoría entiende por inteligencia. Y creo que se le da demasiada importancia, porque la inteligencia y la felicidad no son factores que vayan siempre de la mano, y no entiendo muy bien porqué se nos lleva en esa dirección desde que nacemos. Es más, creo que a menudo no van unidas y ser una persona brillante sin el respeto de los demás, sin el amor de alguien, nos convierte en seres incompletos, demasiadas veces muy infelices.

Ocurre algo similar con el dinero que, dicen los estudios, tampoco es un factor determinante para alcanzar la felicidad. Hay un cierto nivel, superada una renta de subsistencia, en la que, en principio, si la comida llega a tu mesa, tus hijos están educados y cuentas con un sistema de salud razonable, todo lo demás va desde lo accesorio, hasta lo superfluo. Obviamente depende de cada uno. De hecho vemos que individuos con menos recursos, viviendo en lugares donde no abundan los bienes de consumo, son mucho más felices que los ciudadanos de los países más avanzados. Así los niveles de suicidio en algunos países del Norte de Europa son notablemente superiores a los de regiones mucho más pobres. Por lo tanto si lo que buscamos es ser felices, y serlo durante el mayor tiempo posible, parece que habrá que dedicar atención a lo que realmente es importante para alcanzar ese objetivo. Ni demasiado dinero, ni una extraordinaria inteligencia son necesarios, hemos despejado una parte importante de la ecuación. En los tiempos que corren, con muchas personas ahogadas por crisis que tienen que ver mucho con lo material, no es un descubrimiento menor.

Además de la facultad innata para ver el lado positivo de las cosas, que puede y creo que debe aprenderse si no has sido agraciado, uno de los elementos que ayudan bastante en la búsqueda de la salud y la felicidad, es darnos más a los demás. En otra de las frases que se le atribuyen Einsteni dijo "Comienza a manifestarse la madurez cuando sentimos que nuestra preocupación es mayor por los demás que por nosotros mismos". Esto que dicho por mi puede parecer algún tipo de beatería, si lo expresa un genio debería tener alguna relevancia, por descreido que puedas ser. Pero además es que también está demostrado. Preocuparse por otros, hacerlo de una forma consciente, preconcebida, requiere además de conocimiento: de nosotros, de nuestro entorno, de las causas y efectos, de porque ocurren las cosas... situarnos en un plano diferente, prescindir incluso de lo que podríamos necesitar en algunos casos, porque tampoco nos va la vida en ello y sin embargo beneficia claramente al otro. Este cálculo, que puede ser interesado, nunca torticero, es el que realmente diferencia la generosidad, de la limosna, y el que entiendo puede llevarnos hasta un nivel superior en el juego de la vida. Conocimiento, experiencia, generosidad, tienen que darse la mano en algún punto del trayecto.

Verlo con los ojos de la razón no es nada fácil, todos estamos infectados de pensamientos e ideas preconcebidas acerca de lo que nos rodea, de los demás, incluso de nosotros mismos. Hemos aprendido que las cosas son de una determinada forma, que hay trabajar y vivir de maneras muy concretas. Y evolucionar requiere una fuerte capacidad autocrítica, para empezando por uno mismo, intentar dejar todos los planteamientos dogmáticos que seamos capaces en la cuneta, tanto aprendidos, como propios, que probablemente son los más difíciles. Hay que cuestionarse todo y no, no se trata de meterte caña y decirte que eres un desastre o que todo lo que ves debería ser saneado por algún fuego purificador. Se trata más bien de preparar los sentidos, pero sobre todo la mente, para que el conocimiento pueda fluir y ya despojado del maquillaje, encuentres un lugar para enfoques diferentes en tu esquema vital, con el propósito principal, si no único, de ser y hacer a los demás más felices. No hagamos de la racionalidad el santo grial e incorporemos la capacidad crítica a la receta.

Con lo que hemos conseguido enumerar los ingredientes necesarios para ser más felices: tener una vida saludable; no hace falta mucho dinero; una inteligencia razonable; siempre que se acompañe con ganas de saber, del conocimiento; ir adquiriendo experiencias que actúen como los ladrillos, que rellenaremos con el cemento de la teoría, que siempre deberemos cuestionarnos; generosidad, a raudales, enormes dosis, para centrarnos más en los demás, porque no somos tan importantes; finalizando, no por ser menos relevante, con una visión positiva de nosotros y lo que nos rodea. No está nada mal para un artículo que no tenía claro ni hacia donde iría.

Por lo tanto la respuesta original ¿hace falta toda una vida para ser felices? parece que es no. Podemos ser tratar de ser felices siempre, pero hay que aplicarse seriamente. Dicho ésto, no tengo nada claro cuáles son los pasos, soy de los que necesitan un mapa, unas instrucciones, espero no desilusionarte si esperabas algún recetario como los que encuentras en Happymente. Entiendo que debe lograrse y que es un fin tan loable, como beneficioso, para uno y los que le rodean, pero que tenemos que crearnos nuestra propia hoja de ruta. Es un buen punto de partida, me pondré a ello y si lo descubro lo compartiré contigo. Si nos enseñas tus descubrimientos estaremos eternamente agradecidos.

 

Imagen: Nanny Snowflake