Felicidad, curiosidad y cambio

Por JoseV, el 17/08/2013

Felicidad, curiosidad y cambio

Hay dos características que diferencian a la mayoría de los niños, de los adultos: la curiosidad y la felicidad. Los niños vienen con la felicidad de serie. Es el entorno y la educación lo que les convierte en seres taciturnos, que ven como poco a poco se va apagando la chispa. Para ellos todo es descubrimiento: el deseo de comprender como funciona lo que les rodea, aprender nuevas palabras, cosas maravillosas, incluso la necesidad de entender porque harán los adultos lo que hacen -sí a ellos les cuentan que deben hacer cosas diferentes, es porque debe ser una razón misteriosa y poderosa que solo los mayores conocen-. Son así hasta que les "enseñamos" a pensar, a saber diferenciar lo bueno de lo malo, lo correcto y lo que no es conveniente... En ese momento, probablemente, es cuando empieza a morir la curiosidad y cuando los sueños pasan a un segundo plano, a menudo en lo más profundo de sus mentes. Por alguna razón que desconozco a algunas personas nos cuesta más crecer y seguimos mirando todo con inmensa curiosidad. Bendita inmadurez e inconsciencia.

Deja vivir la curiosidad

Dándole vueltas al tema de la comunicación, estoy escribiendo otro artículo, surgió el tema de los sueños y la importancia de mantener viva la curiosidad. Porque uno de los mayores retos a los que se enfrentan algunas sociedades es que no les gusta que pensemos por nosotros mismos, que seamos diferentes. Hay grados de individualidad que son aceptables: si te quieres pintar las uñas de negro, por un tiempo, o te pones un par de tatuajes o si te da por el vegetarianismo. Puedes hacer todo eso y alguna cosa más, siempre y cuando no cuestiones el sistema y por supuesto no actúes contra él. Lo cierto es que hay una enorme presión por dirigirnos hacia lo que consideran una "curiosidad correcta" para el conjunto de la sociedad, mientras se intenta poner barreras a la que no es provechosa, realmente quieren decir aceptable. Y creo que no es posible soñar libremente, tener la mente abierta a nuevas ideas, si al tiempo se ponen tantos límites. Eso es lo que acabó con la curiosidad infantil y que termina cortando las alas a cualquier adulto que pretenda dejar el redil. Porque es justamente lo contrario lo que necesitamos para descubrir si hay algo más de los sueños.

Cuando me miro a mi mismo, un adolescente perpetuo, que va creciendo a trompicones, gracias sobre todo a los reveses y al aprendizaje con la familia o la paternidad, madurando que dicen, no puedo dejar de preguntarme que es lo que hace diferente a las personas. Y no me refiero a los que tienen un mínimo de coherencia para hacerse preguntas a sí mismos, si no a los que tienen el coraje para hacerlas en voz alta. ¿Qué podemos hacer para fomentar esa curiosidad tanto en los niños como en los adultos? Vivimos en el mundo de la imagen, debería ser tan fácil alimentar nuestros cerebros. Puede que el sistema vaya en otra dirección, pero las opciones están ahí, elige que es lo que entra en tu cerebro, pero sobre todo cuida mucho de que se alimentan tus hijos.

Puedo darte un ejemplo, tal vez te dé alguna pista. No se cuando ocurrió en mi caso, cuando pasé de ser un niño soñador a un adulto que formulaba preguntas. Era un lector curioso, pero creo que mi vida laboral, posiblemente, haya tenido mucho que ver. Estuve dando bandazos hasta bien entrados los veinte, pero encontré cosas que me apasionaron, especialmente alrededor de la tecnología y la imagen. Una cosa llevó a otra y mi trabajo actual consiste en escuchar, hacer preguntas y cuestionarme como se hacen las cosas, para ofrecer una solución mejor. Y desde luego no es que sea ni más listo, ni más trabajador, que los que me rodean, al contrario, simplemente soy curioso y me atrevo a hacer esas preguntas. Al relacionarme a diario con empresarios y trabajadores me doy cuenta de que la gente es demasiado políticamente correcta. Si esto fuera con respecto a los que tienen mi misma edad, no pasaría nada, es lo normal, los mayores somos así. Pero cuando ves que incluso entre el grupo de los que tienen 20 ó 30 años menos... notas como se les ha modelado, como se escamotean a si mismos la iniciativa y la participación, aunque el discurso dominante sea otro -participa, crea, bla, bla, bla-, te das cuenta que en el mundo del cambio que vivimos, esto no funcionará, y muchos quedarán por el camino. Es una pena, porque realmente no es tanta la diferencia. Se trata de mantener la curiosidad y el coraje para preguntar.

Por eso hablaba anteriormente de sociedades, porque afortunamente todas no son iguales, aunque tendamos a parecernos, pero aún hay grados de libertad que las diferencian, que se transmite de padres a hijos, incluso por una parte del sistema. Puedes fomentar que eso ocurra donde vives o buscar nuevos horizontes para ti y los tuyos.

Tenemos la obligación de aprovechar el potencial de todos pero sobre todo el de los más jóvenes. Estamos obligados a dejarles crecer de otra forma, porque la nuestra no está funcionando. Creo que nuestros hijos tienen derecho a ser curiosos durante el mayor tiempo posible y si además les enseñamos a que lo sean siempre, el mundo será un lugar mejor. Posiblemente sea un poquito más caótico, algo más inestable en algunos aspectos, pero creo que los más jóvenes, sobre todo ellos, necesitan ese caos para crear, inventarse sus propias salidas. Ya les llegará el momento de ser los arquitectos de los caminos principales, pero también deben ser capaces de crear las suyas, las que nunca otros exploraron, porque ahí se gesta el progreso de las sociedades. Eso es lo que diferencia a las que salen adelante de las que se van quedando atrás. En un mundo de cambio, para nuestros hijos será mucho más fácil adaptarse y avanzar, si les enseñamos a descubrir y explorar las diferencias sin miedo. Eso es lo que debemos fomentar en cada uno, si eres capaz, la curiosidad, el pensamiento crítico. Cuestiónate todo, pero sobre todo provoca a tu hijo para que mire las cosas de otra forma, fomenta en él la búsqueda del cambio constante, porque es lo que le disntaciará del ejército de conformistas. No te preocupes tanto de si será médico o fontanero, tendrá tiempo de elegir su camino, hazlo para que sea capaz de pensar por si mismo.

Para finalizar, lamento si me he alargado más de la cuenta, hay algo importantísimo que no puede faltarles: conocerse a si mismos. Darles las herramientas para que sean capaces de encontrar el equilibrio entre lo que son y lo que quieren, para no desesperarse, para insistir cuando flaquean las fuerzas o los demás se rinden. Que sepan lo que realmente son, no lo que parecen o como les ven los demás, si no lo que son en realidad y ayudarles a dar salida a todo su potencial, sea el que sea. Porque el conocimiento de uno es el primer paso para ser capaces de perseguir objetivos más importantes que los meramente individuales, los que benefician a otros, los que ponen patas arriba a toda una sociedad. Igual me equivoco y dentro de diez años te cuento algo diferente, pero es que además creo que eso es lo que les hará realmente felices. Y ¿puede haber algo más importante para un padre que la felicidad de su hijo?

PD. Salvé esto sin darme cuenta y quedó enredado. Lo he limpiado y puntualizado un par de cosas. Quiero aprovechar para dedicar esta reflexión, porque es algo especial, a los que más quiero: a Yolanda, para que vea dentro de muchos años, que me acordaba de ella.  A mi Loli que llevamos tantos años juntos que a veces parecemos uno, tirando para lados diferentes, como debe ser. A mis padres y hermanos que siempre me han apoyado. A los amigos, a todos los que colaboran con Happymente, de manera especial a Tamara por ser tan especial en todos los sentidos, y a los que nos estáis siguiendo, vemos que algo de huella dejamos y nos emociona, creo que hablo por todos, ser partícipes de lo que sea que esté pasando. Gracias a todos. 

Imagen: Anton Pinchunk