El amor no correspondido, amor y amistad pueden ser incompatibles

Por JoseV, el 30/01/2015

El amor no correspondido, amor y amistad pueden ser incompatibles
Ofrecer amistad al que pide amor es como dar pan al que muere de sed.
Ovidio

 

¿Quién no ha amado alguna vez sin obtener la respuesta que deseaba? En algún momento de nuestras vidas, en la adolescencia, más tarde cuando nos convertimos en adultos o incluso cuando ya pensabas que el amor era algo que quedó atrás, tal vez hace décadas, en algún momento, el amor no correspondido se cruza en nuestras vidas. Algunas personas son especialistas en enamorarse de aquellos que no les corresponderán.

Alma mediaba los 30 cuando se enamoró perdidamente de Juan, él superaba los 40. Ambos estaban casados, él tenía una familia estable, quería a su mujer, y ella buscaba salir de una relación tóxica en la que llevaba atrapada desde que era una adolescente, con un marido que, con el paso de los años, fue a más en sus maltratos. Ella vivía en un pueblo pequeño del que no había salido en la vida, él en una gran ciudad. Se conocieron por Facebook, surgio la química, las largas charlas, palabras bonitas, hermosas intenciones, noches desvelados y mucho más. Cada uno de ellos necesitaba el afecto, las muestras de cariño, la emoción que habían desaparecido de sus vidas, las promesas que encerraba aquella relación virtual. El era más impulsivo, después de escuchar los primeros te quiero, y poco a poco dejarse llevar, según me contón, acabó perdidamente enamorado. Alma aunque ansiaba esa relación, lo que producía en ella las atenciones de él, en algún momento decidió que no quería ir más allá y comenzó a dar marcha atrás, también en sus propias palabras, iba con el freno de mano echado. Ser solo amigos con derechos decía ser lo que buscaba ella. Juan asumió la situación, se despertó al amor y se dio cuenta de que buscaba algo más en su vida. Así que dejó que los sentimientos se fueran apagando, dándole, solo, la amistad que ella demandaba. En algún momento ella se dio cuenta del egoísmo de su postura y finalmente le bloqueó, cortando todos los lazos virtuales. En la distancia los sentimientos de ella fueron creciendo, mantuvieron el contacto, en aquella especie de amistad, y, tras un par de años, Alma estaba perdidamente enamorada de Juan, tal y como lo describía ella misma, pero sin atreverse a dar el paso. El ya no estaba disponible, ni interesado. Se separó de su esposa e inició una nueva relación. Era feliz, al tiempo que mantiene una estrecha amistad con su ex-mujer. Aún cruza algún mensaje con Alma, que sigue al lado de su marido y juega con los hombres que se cruzan en Facebook. Cuando me contó su historia había pasado por varios episodios bastante complicados, que la habían llevado casi al divorcio en varias ocasiones. Continúa su matrimonio por esa suerte de estabilidad que le ofrece una vida que conoce, el que dirán, y mantener la imagen que se espera de ella, ante su familia y entorno.

Esta historia de desencuentros probablemente es más común de lo que nos imaginamos, pero que alguien sea alcanzado por el amor y que la otra parte no le corresponda es aún mucho más frecuente. Si bien el despertar de algún sentimiento, porque alguien se cruce en nuestra vida, puede ser un revulsivo para cualquiera, un completo terremoto dependiendo del momento en nos encontremos, lo cierto es que un amor no correspondido es una experiencia traumática, a menudo. En la historia de Alma y Juan se alargó durante unos pocos años, para otros puede mantenerse mucho tiempo, puede durar casi una vida.

Dejando la literatura, el cine o cualquier otra muestra de arte a un lado, lo cierto es que un amor que signifique mucho, todo, para uno y que no es correspondido, antes o después deberá dejarse ir. Es la única opción sana para poder continuar tu vida o dar la posibilidad de que otras personas pasen a formar parte de ella. Hay que dejar espacio, para que otros puedan entrar.

En algunos casos el que ama puede plegarse a las necesidades del ser amado, que puede sentirse muy cómodo en esa posición de dominio, satisfecho con lo que recibe y sabiendo que nunca tendrá que ir más allá. Esto es aún más habitual en las relaciones en las que el que ama es el hombre y la mujer la que no corresponde. Ella buscará una suerte de amistad que es muy difícil cuando no imposible directamente, para mantener la relación que ha conseguido. Es la postura egoísta de nuestra protagonista.

En los casos en los que se llega a algún entendimiento y sea la mujer la que ama, el hombre probablemente utilizará la relación, de forma egoísta también, para obtener algún tipo de satisfacción, sexual habitualmente, aunque puede ser de otra clase, como en nuestra historia.

Estos amores no correspondidos que aspiran a transitar como amistades, si bien no es imposible, raramente tiene una buena conclusión. Como decía Lord Byron "La amistad puede ascender a amor, y a menudo lo hace, pero el amor nunca desciende a amistad". Lo más razonable y generoso es dejar ir al que te ama.

Hay una variante de este tipo de amores, más dramática si cabe, que es la de aquellos que no saben si son correspondidos, permaneciendo a la sombra del ser amado, sin llegar nunca a declararse. Una experiencia que para algunas personas parece suficiente, incluso por periodos de muchos años, que es fácil que acabe en algo más doloroso que la melancolía. En un próximo artículo daré otro ejemplo de este tipo de relación.

Imagen: Natesh