La educación como camino del liderazgo de mañana
Por Beatriz, el 02/06/2015

Mucho se dice sobre la necesidad de nuevos líderes y de que el papel de jefe tiene que transformarse. Mucho se teoriza sobre el nuevo concepto de líder, pero ¿y el de empleado sumiso que no dice lo que piensa, que acata sin intentar exponer sus iniciativas? ¿Cómo vamos a pensar en tener nuevos líderes si todavía no hemos desterrado viejos papeles?
En mi opinión veremos nuevos líderes cuando en las aulas desterremos la figura de profesor y haya mentores educativos que vean el potencial que tiene cada alumno, sus capacidades, formas de aprender, distintas estrategias de enseñanza para que los alumnos se autoconozcan y sepan desarrollar y dirigir sus habilidades hacia el camino que quieran tomar.
Cada año que pasa y veo a mis hijos avanzar en su etapa educativa, siento la obsolescencia del sistema educativo y lo poco adaptado que está a las necesidades actuales (así que, cómo me voy a creer que éste le va a preparar para su futuro).
La escolarización de la felicidad
Cuando hablas con los padres y les preguntas “¿Qué quieres para tu hijo?”, muchos contestan rápidamente “Yo quiero que mi hijo sea feliz”. Por eso, cada vez más colegios toman la felicidad de sus alumnos como un valor y objetivo de la escuela hacia su alumnado. Si aceptamos que parte de la felicidad es la aceptación de uno mismo desde el autoconocimiento y valorar, agradecer y disfrutar lo que uno consigue, ¿qué están haciendo las escuelas al respecto? Y por otra parte, si la educación nos hace libres, ¿qué mejor libertad que la de poder elegir tu camino?
No obstante, y volviendo a lo que quieren los padres para sus hijos, también encuentro incongruencias, pues no es justo que los niños paguen la incompetencia de un sistema anclado en el Siglo XIX y encima les digamos: “Tienes que estudiar” (¿qué? ¿Contenidos teóricos faltos de practicidad para tu vida?) ; “Hay que hacer deberes”, “Tienes que leer” , “El día de mañana no serás nadie, si no estudias…”, etc. ¿No sería más inteligente preguntarnos “qué hago yo, como padre, para que mi hijo alcance esa felicidad”? Es decir, ¿cómo es mi hijo y cómo le puedo ayudar a descubrirse a sí mismo para que sea capaz de afrontar su propia vida?
Hoy en día somos muchos padres los que queremos participar de la educación de nuestros hijos y, en parte, porque vemos carencias o unos mismos conocimientos impartidos de la igual forma que cuando nosotros nos educamos hace 30 años. En la actualidad, la generación de padres está formada (tiene estudios) y/o expuesta a muchos inputs informativos que consultar online y offline (no como en otras épocas donde el maestro era una persona de autoridad a nivel de conocimiento). Es más, buscando actividades de refuerzo en la red, te puede llegar a salir hasta el material evaluatorio por el que va a pasar tu hijo (material docente que venden también las editoriales).
Asignaturas pendientes del sistema
El sistema educativo está pasando por un cambio de paradigma a nivel internacional. Son muchos los docente que sienten que su mundo debe cambiar, pero ¿hacia dónde? ¿Qué hacer y cómo?
A continuación comparto y señalo una pequeña lista de puntos concretos que se deberían revisar (o desterrar). Quizá tú, como padre, también te sientas identificado con:
- Deberes para reforzar lo aprendido en clase: si el sistema de aprendizaje fuese efectivo los niños no necesitarían hacer nada en casa, sino que serían ellos mismo quienes eligiesen en qué y cómo seguir aprendiendo. ¿Acaso un adulto cuando termina su jornada laboral y llega a su casa con su familia se pone a trabajar para que no se le olviden las cosas? ¿Cuántos profesores dedican dos horas diarias después de su jornada a preparar las clases del día siguiente? Dejemos de enseñar a los niños a cómo ser improductivos. Si el problema no es que necesiten refuerzo, sino que les aburre lo que les explican y desconectan.
- Falta de comunicación entre las familias y los profesores en cuanto al trabajo que se hace en el aula. Muchos padres tienen una jornada laboral completa y no cuentan con tiempo para adivinar qué ha hecho el profe y cómo hacer una tarea ajustada al nivel académico de su hijo. ¿Tan difícil es establecer un esquema sobre el que trabajar conjuntamente? Creo que los padres debemos ser apoyo puntual del profesorado no ponernos el rol de profesor de 18-20h. ¿Veríamos correcto que un médico nos pidiese opinión sobre una necesidad técnica de nuestra enfermedad? ¿No son ellos los profesionales de las enfermedades? ¿Por qué debo decidir yo, que no tengo ni idea de medicina?
- Mis hijos no son ningún objetivo, son personas en edad de formase para integrarse en la sociedad de su tiempo. Si los profesores se preocupasen más de conocer a sus alumnos en vez de cumplir objetivos obsoletos del sistema (y de temario, creados por burócratas que no saben cómo aprende un niño, o por editoriales que no han cambiado sus contenidos en 30 años), muchos padres nos callaríamos y no exigiríamos que se tratase a nuestros hijos de otro modo.
- En reación con lo anterior, no quiero que la educación de mis hijos esté basada en prepararse para pasar exámenes. Creo necesario establecer otro tipo de pruebas complementarias que midan el progreso del aprendizaje de mis hijos como bien expone Noam Chomsky en este vídeo.
- Veo que hay muchos niños listos que lo único que aprenden es a desmotivarse. Año tras año dejan de hacer preguntas, y aprenden a estar en su mundo, a desconectar. Unos arman alboroto en clase como manifestación de ese aburrimiento, mientras que otros se muestran pasivos en su pupitre esperando a que no les pregunten porque no les interesa lo más mínimo aquello que les están explicando.
- Motivación lectora: es fundamental crear hábitos de lectura desde pequeños. Es cierto, pero ¿qué hay de las historias aburridas de fondos editoriales que no han cambiado desde hace más de 30 años? Con el impacto tecnológico al que están expuestos los niños, ¿cómo van a amar la lectura con esas historias de dragoncitos que dormirían a un bebé?
- El profesor es un coordinador y conector del conocimiento entre sus alumnos. Y para ello deberían dejar participar más a los niños en el aula. Cómo van a enseñar a pensar si lo primero que les hacen es callar. ¿Por qué no establecer un sistema de cooperación de aprendizaje entre los alumnos y que sea el adulto quien los gestione y les enseñe a trabajar en equipo. Aprender de los demás es mucho más efectivo que solo estar escuchando.
En lo que llevo en esto, estoy aprendiendo a diferenciar qué le puedo pedir a mi hijo y qué debo exigir al profesor por las incompetencias del sistema que no se han planteado nunca porque siempre han trabajado del mismo modo. Por qué no crear también unos parámetros de medición de la calidad del docente basado en cúando partido logra sacar un profesor a sus alumnos. Por qué siempre se evalúa al alumno y se le responsabiliza de su propio aprendizaje cuando muchas de las explicaciones no llegan a despertar el interés del alumno. Vale ya de achacarlo todo a la falta de concentración del alumno y detectemos cuál puede ser la causa de esa conducta.
Conclusión
Opino que el sistema educativo tiene muy buenos docentes, pero hoy más que nunca debemos trabajar en equipo profesores, alumnado y padres para adaptar la formación que necesitan nuestros hijos a la sociedad de sus tiempos. Deberíamos tener reuniones conjuntas en que decidiésemos hacia dónde va a ir el mundo laboral para poder preparar de verdad ese camino hacia la integración social del mañana.
¿Cuál está siendo tu experiencia como padre en la educación de tus hijos?¿Cómo crees que podríamos trabajar con el profesorado para ayudar a desarrollar las capacidades de nuestros?
Imagen: Hernán Piñera