Domando mi ego

Por Javierc, el 07/05/2015

Domando mi ego

“Aprendes a darle sentido la vida cuando sometes a tu ego a servirte a ti, pero sobre todo a los demás”

Sin entrar en discusiones sobre el significado de ego, sobradamente conocida por aquellos, que trabajamos el crecimiento y la superación personal –por supuesto, la propia mucho antes que la ajena--. Es una realidad aplastante que necesitamos el ego para multitud de cuestiones en nuestra vida.

Para los que tal vez hemos “olido” cierto éxito en nuestras actividades, pero también el fracaso nos ha sacudido una sonora bofetada arrodillándonos ante la cruda realidad –o apasionante ¿quién sabe?—sin venirnos abajo o quizás desde abajo: lamernos las heridas, llorar en la intimidad –que se pone uno muy feo cuando lo hace en público—y acto seguido sonreírle al mundo diciéndole: Voy a hacer lo que tengo que hacer, cómo y cuándo tengo que hacerlo. Y eso a pesar de que siempre hay una parte del entorno cercano que no acaba por entenderte y al que obviamente acabas por decepcionar.


Aparecen los temidos enemigos, y afortunadamente llegan los aliados, que suelen hacerlo en tropel, acabando por convertirse en un ejército que te acompaña; cada uno desde su particular posición en el tablero de la vida… Y ahí están. Es más se materializan los ansiados Maestros, esos que confían en ti y te van guiando por el camino hasta lo alto de la montaña y ya desde la cima te empujan porque saben que en cuanto tus pies dejen de tocar suelo, descubrirás que tienes alas para volar… y vuelas y, una sonrisa socarrona se impone en su gesto sereno --de saber que ya siempre formara parte de su alumno-- y este está en vías de convertirse en maestro para otros.


¿Cómo no voy a tener un descomunal ego? Si me he visto por dentro infinidad de veces, con tal de averiguar qué es lo que puedo mejorar, y tratar de paliar mis debilidades… de ser mejor persona día a día; de sacar la rabia para levantarme, sacudirme el polvo y continuar, como si no pasara nada. Cuando uno se tiene que recomponer una y mil veces para seguir su particular maratón de vida. Y sí, este camino puede hacerte desconfiado, arrogante, prepotente incluso maestrillo contador de batallas y buscador de cera y aplausos fáciles. El riesgo es tremendamente elevado.


Una buena solución pasa por contribuir, compartir, transmitir conocimientos y experiencias, precisamente es esos foros en los que uno no quisiera verse y sin embargo lo necesitan --esos lugares que algunos pueden considerar la parte baja del tablero de la vida-- -- como ONG donde acuden personas desfavorecidas y en grave riesgo de exclusión social; o tal vez en Centros Penitenciarios donde muchos de los internos han cruzado la frontera de la legalidad y están donde están, pero también cualquiera de nosotros podría verse en las circunstancias de ser uno más de ellos. Es estos lares es donde uno puede  domar y domesticar su ego para ponerlo a su servicio y no al revés.

¡Claro! Nunca nada es perfecto y lo que para unos es blanco, para otros gris y siempre habrá quien lo verá negro. Al final ya sabemos que en casa del herrero chuchara de palo –qué rico es nuestro refranero ¿verdad?— Así que me acuso de tener un descomunal ego, que espero me ayude a seguir de pie y a llegar a decenas, cientos, por qué no miles de personas para decirles que es POSIBLE, que es verdad, que puedes llegar donde te propongas si así lo decides, te comprometes y te pones en acción.

Acabarás por atraer aquello que deseas, convertirás tus sueños en realidad. De lo contrario sigue centrándote en las cosas de los demás, sigue pensando que eres una víctima de la insensibilidad del mundo, que como has nacido en un lugar llamado normalidad, nunca serás capaz de hacer cosas extraordinarias, que esas “cosas” son para los “suertudos”. Siento decirlo, pero la suerte existe, eso sí para los que compran el boleto de tratar de mejorarse a sí mismos y no pretenden cambiar al mundo –que eso tiene que ser bastante complicado ¿No?--. Suerte y Exitum

Imagen: Ben Gossous