Hacia adentro
Por Marcela, el 22/10/2015

Somos demasiado buenos para observar a otros y determinar bajo nuestro propio criterio, sus defectos y sus cualidades. Eso que tanto nos molesta de otros puede existir de alguna manera en nuestro interior, pero no terminamos de aceptarlo. El término psicológico para este comportamiento se llama “Proyección psicológica”. Es un mecanismo de defensa mental en donde el sujeto atribuye a otras personas virtudes o defectos, impulsos o pensamientos propios que son inaceptables para sí mismo.
Es muy fácil mirar hacia afuera, pero es demasiado complejo hacerlo hacia adentro. Pese a que la sociedad está inundada de métodos para la introspección en áreas que van desde la psicología hasta el budismo, reflexionar sobre sí mismos sigue siendo un terreno poco conocido. Muchos de los problemas que acarreamos durante toda nuestra vida están allí, en nuestro inconsciente, como si fuesen un monstruo que no queremos enfrentar, y nos preguntamos muchas veces ¿por qué seguimos cometiendo los mismos errores? Es probable que la respuesta esté en esas cosas que rechazamos y que somos incapaces de reconocer en nosotros. Si admitir un error superfluo es difícil para muchos, no quiero imaginar lo impedidos que podemos llegar a ser para poner en tela de juicio la vehemencia con la que creemos y actuamos en muchos aspectos de nuestras vidas.
Alain de Botton dijo alguna vez que “la introspección es de gran valor para alcanzar la serenidad. Gracias a ella podemos averiguar qué cosas nos producen estrés del bueno y cómo, cuando este supera ciertos límites, se convierte en dañino.” La tarea de mirar hacia adentro es tan obvia pero tan engorrosa a la vez que parece un tema de esos para los que no tenemos tiempo. Sabemos de qué se trata, intuimos que hay algo allí, pero lo posponemos porque no es de vida o muerte, nuestro empleo no depende de ello y si nos hemos pasado mucho tiempo así, es posible seguir haciéndolo ¿Miedo disfrazado de negligencia? Tal vez, pero ¿Cómo mirar hacia adentro? Creo que es un acto demasiado íntimo, que no tiene parámetros más que la voluntad para aceptar que algo anda mal y la valentía para señalarnos con imparcialidad. Ya la imparcialidad es meramente una posición difícil de sostener, pero la persistencia puede darnos con el tiempo eso que buscamos. No quiero que se deduzca que la introspección es la panacea de todas nuestras crisis, pero sí que es una puerta que debemos abrirnos.
No creo que sea imposible adentrarnos en sí, debe existir un punto en el que empecemos a necesitarlo. Siempre estamos haciéndonos preguntas y las respuestas cada vez son menos. Sin embargo, vivir con una duda es preferible que vivir con la respuesta equivocada.