Acoso y ciberacoso
Por Pilar, el 29/02/2016

El acoso es un tipo de maltrato, de violencia, física o psicológica, que se da entre pares, y para que se considere como tal debe cumplir algunas condiciones. Se tiene que producir de forma continuada en el tiempo, no basta con un episodio esporádico. Además debe haber una clara intención de atacar por parte del agresor, y tiene que haber un desequilibrio de poder entre agresor y agredido, de caracter físico, psicológico o social, que ponga a uno de los dos en inferioridad de condiciones. Así es que queda claro que el acoso no es un juego, no es una broma que se puede producir de forma eventual entre niños inocentes. Es un ataque premeditado, con estrategia por parte del que agrede.
Esta situación hace que la víctima se encuentre continuamente hostigada por otro u otros, intimidada y que acabe sintiéndose diferente y excluida de la vida de sus compañeros. Cuando un niño padece acoso en el colegio, se siente atacado en su autoestima, tiene miedo, desconfía de todo el mundo, y se acaba encerrando en si mismo. En algunos casos es necesario que abandone o cambie de centro escolar porque le es imposible superarlo y en los casos más extremos se han llegado a producir suicidios. A veces los niños sí que piden ayuda a padres o profesores y la situación no pasa a mayores. Otras intentan gestionar el asunto por sí mismos, o tratan de tomarlo con humor o de forma positiva, y otro mecanismo para superarlo es hacer eso mismo a otros o alejarse de la situación en que se produce, evitando el lugar de la agresión, o el soporte a través del cual se produce, móvil, ordenador.
Esa es la otra versión del acoso, el ciberacoso, el producido por medio de cualquier soporte tecnológico. Según el Instituto Nacional de Estadistica, a datos de 2015, aproximadamente un 90% de los menores entre 10-15 años tienen móvil y como nativos digitales que son, utilizan las tecnologías para relacionarse y socializarse con su entorno y sus amistades: el uso de estos medios les resulta natural también para el acoso. El ciberacoso tiene la peculiaridad de que no enfrenta físicamente a víctima y agresor, que puede ser incluso anónimo, ya que se trata de maltrato psicológico a través de sms, whatsapp, correo electrónico o redes sociales de la víctima. Tiene otra característica que lo hace especialmente cruel, y es que esos mensajes recibidos por el medio que sea, son públicos o pueden llegar a serlo, se graban vídeos, se publica en el muro de facebook del acosado, con lo que la situación de indefensión de la víctima es mayor todavía.
¿Y qué se puede hacer? ante todo tener en cuenta que víctima y agresor son menores, y aunque pueda parecer injusto se ha de intervenir por igual tanto en uno como el otro, salvaguardando sus derechos. La manera más lógica de evitarlo es implantar protocolos de prevención de conductas agresivas y reeducar cuando ya se han producido. Y hablar con los menores para que denuncien situaciones de acoso, que padezcan ellos mismos o sus compañeros. Padres, profesores y adultos del entorno del niño tiene que implicarse para que el menor entienda que la violencia no es una manera de gestionar las situaciones que se va a encontrar en la vida. Hay que tener tolerancia cero, sin consentir ni disculpar ni la más mínima muestra de agresividad, ni siquiera verbal. Sin mirar a otro lado, porque si un niño padece acoso y tiene miedo, no es una broma, ni es un juego en el patio del colegio. No lo es de momento que algunos tienen secuelas psicológicas para toda la vida y para unos pocos la única salida a esta situación es el suicidio. En nuestras manos está evitarlo.
Imagen: Exile on Ontario St