Niños no

Por Pilar, el 24/04/2016

Niños no

Se habla mucho últimamente de la niñofobia. Parece ser que en algunos lugares está de moda poner un aviso manifestando que los niños no son bien recibidos. Hay mucha gente a la que le parece una medida absurda y casi cruel. En algunos casos, las críticas se han centrado en los locales, que obviamente tienen todo el derecho de admitir a quienes deseen como clientes, y en otras en los padres, que supuestamente son los culpables de cualquier pataleta que puedan sufrir los angelitos y por su mal hacer los demás se ven afectados. Y sinceramente no es para tanto ni en un caso ni en otro. Hay locales que no admiten niños, o fumadores, o gente en bikini, y nos parecerá bien o mal, pero son sus normas, y obviamente tenemos que buscar otro lugar.

Tampoco es lógico culpar a los padres de todo lo que hacen los pequeños. Los niños, no se nos olvide, son solo eso niños, y a ciertas edades es difícil que puedan permanecer más de 15 minutos quietos y sin hacer ninguna trastada. Está claro que molestan, claro que lo hacen, hasta a los propios, no digamos a los ajenos. Puede que en algunos casos haya una cierta permisividad por parte de los padres y la cosa acabaría con una intervención de los padres. Pero sinceramente, ¿no sería más lógico acudir a lugares dónde los niños no molestan a nadie? Ni al propietario, ni a los clientes, ni a los propios padres. 

Es tan fácil como buscar un lugar donde estén cómodos unos y otros. Tener conocimiento y acudir a locales pensados para niños, con espacio, juegos y sobre todo mobiliario que ni les lastime ni puedan romper.  Mejor esto que pretender que los pequeños tengan un comportamiento adulto cuando no lo son.

Los niños tienen pataletas en el sitio menos adecuado en el momento menos oportuno: en un restaurante, en el tren... pero son incapaces de actuar de otra manera. Así es que somos los adultos los que tenemos que intentar comprender la situación, y recordar que nosotros mismos tenemos hijos o al menos hemos sido niños alguna vez, aunque ni lo recordemos. Si es una situación que se da en un lugar en el que es ineludible estar, tendremos que intentar que el niño se relaje y tranquilice el tiempo que tengamos que permanecer allí.

Y si se trata de un lugar al que se acude voluntariamente, elegir uno de los mil sitios en los que los niños son bien recibidos y las instalaciones son las adecuadas, en vez de enfadarse con el mundo y empeñarse en ir a un lugar poco adecuado a sus necesidades, donde ni van a estar cómodos ni ellos ni nadie. Los niños no es que molesten, es que no pueden ser de otra manera, no son miniaturas de los mayores. Pero si algún lugar no son bien recibidos no hay necesidad de ofenderse. Ya habrá tiempo de llevarlos a lugares aptos para adultos cuando sepan cómo comportarse como tales.