¿Por qué gustan tanto las películas de terror?
Por Diego, el 14/05/2016

Si el cine es un arte cuyo principal deseo es el de entretener y hacer pasar un buen rato al espectador, ¿por qué vamos a ver películas que nos hacen pasar un mal rato y nos asustan tanto que, incluso a veces nos hacen perder el sueño? Para responder a esta pregunta, en primer lugar, hay que irse mucho más atrás de la aparición de las primeras películas de terror, incluso de la creación del propio cine. Las historias de miedo siempre han ido de la mano con la evolución de la cultura, no es algo pasajero, no es una moda, es algo innato en el ser humano. ¡Incluso le hemos dedicado un día entre octubre y noviembre! Y como muestra de su éxito nos encontramos con mitos clásicos, con leyendas de monstruos de todo tipo, con literatura de terror, o simplemente, con las historias de miedo que se van contando de generación en generación. Su éxito en la mayor representación cultural contemporánea (el cine), se comprueba en la gran cantidad de películas de terror que arrasan siempre en taquilla.
Los autores de este género sacan el lado más oscuro y tenebroso de la personalidad humana porque en la ficción todo cabe, no hay límites. El segundo, y más importante, punto que responde a la pregunta inicial nos introduce de lleno en la psicología humana porque si el amor al terror siempre ha existido en la humanidad, será porque es algo interno. Vaya, el miedo “nos pone”, nos hace humanos.
Una característica principal del relato de ficción es que te puedes meter de lleno en la piel de otros personajes. En el caso de las películas de terror o bien, vivimos historias en los ojos de personajes que viven extraños sucesos y que, generalmente, deben sortear a la muerte en cada escena de la película; o bien, vivimos la historia a través de los “malos”, es decir, asesinos en serie, monstruos, extraterrestres, fantasmas, etc. Sea cual sea el bando que elijas para vivir la película (normalmente el punto de vista del director decide por ti) te hace sentir más vivo al experimentar esas tensas situaciones de vida o muerte.
En cine, esta sensación se vuelve más intensa si cabe que en cualquier otro género, ya que lo que sucede en la historia lo vemos explícitamente en pantalla guardando a fuego escenas traumáticas en nuestra memoria.
También está comprobado científicamente que este tipo de películas hacen incrementar el ritmo cardíaco, la excitación y los niveles de adrenalina, provocando que los sentidos se agudicen y que se fortalezcan nuestros recuerdos. Estos “chutes” de adrenalina provocan en el espectador una satisfacción, no física, pero sí mental, al olvidar, durante la hora y media de la película, los problemas de la vida personal ya que, además, las historias de este género son imposible que te puedan recordar a algo cotidiano de tu día a día como sí puede ocurrir con una comedia o un drama.
Pero claro, la psicología del ser humano es muy compleja. Hay algunas personas que disfrutan con este género por su amor oculto a la violencia, al gore, al miedo o a lo extraño. Ojo, que no quiere decir que luego esas personas sean violentas y agresivas, ni mucho menos. Y al contrario, no todo aquel que odie el género del terror es un alma caritativa y un ejemplo a seguir.
¿Una película de terror para pasar la noche? Os recomiendo mi favorita: El Resplandor.
Imagen: Bathe in light