Los sueldos los pagan los clientes
Por JoseV, el 06/07/2016

Hace tiempo escuché una frase que se atribuye a Henry Ford y que explica muy bien en que consiste una empresa: "El empresario no paga los salarios. Los salarios los paga el cliente". Esto para algunos puede resultar una obviedad, para otros será aceptable y otros se negarán en redondo a considerarlo siquiera, porque entienden que las empresas ganan cantidades de dinero absolutamente obscenas y por lo tanto, solo es cuestión de que el empresario se rasque el bolsillo y se quede menos beneficios. Como casi siempre, la realidad viene a desmontar este tipo de afirmaciones, porque son muy pocas las empresas que son capaces de mantener unos beneficios muy por encima de sus competidores. Porque cuando alguien hace algo novedoso, los demás buscan la forma de hacerlo mejor y abaratarlo.
Vivimos un momento muy especial de la historia, el capitalismo "derrotó" al socialismo hace ya un par de décadas. Las fuerzas del mercado son las que definen las reglas del juego, los cambios, quienes ganan y los que se quedarán por el camino, son en buena medida, cuestión de los propios contendientes. Es una competición evolutiva casi tan dura como la de la propia vida en la Tierra. Pero los actores que intervienen en esta competición no son las empresas, esto es algo absurdo, porque si estas fueran organismos todopoderosos e inmutables solo crecerían, siempre ganarían dinero. La realidad es que a menudo pierden, son compradas por otras que lo hacen mejor que ellas o simplemente desaparecen. Y esto es así porque las empresas las dirigen, gestionan y operan personas como tú y como yo. Van a sobrevivir aquellas que lo hagan mejor con las reglas existentes o que sean capaces de alterarlas, definiendo nuevos paradigmas, formas diferentes de entregar productos y servicios.
¿Mejor significa algo más justo o equitativo para sus trabajadores o clientes? Si les preguntas a los trabajadores posiblemente más de uno te dirá que no, pero si les pudiéramos preguntar a los clientes, como colectivo, la respuesta sería categórica: sin duda. ¿Por qué? porque los clientes siempre van a comprar aquello que les parezca más satisfactorio. Unas veces será por precio, otras por características concretas, a veces por el servicio y a menudo por una combinación de todos estos factores. Existen multitud de marcas de ropa y hay negocio para todas, con vaivenes, pero cada una es capaz de llegar a un segmento de consumidores. En un par de décadas hemos pasado de tener armarios en los que las prendas entraban holgadamente, a que cada vez estén más apretadas, en roperos más y más grandes. Adquirimos mucha más ropa, y otras cosas, porque los precios cada vez son más bajos. El cliente elige cada vez que compra, y elimina de la competición a aquellos que no son capaces de complacerle.
Y la exposición previa es la razón de porqué los sueldos los pagan los clientes y no los empresarios: ellos deciden que empresas siguen en el mercado y éstas les dan una parte de los ingresos recibidos a los trabajadores. Los salarios tienen que ver con una multitud de factores, pero también hay una competición: cuanto menos cualificado sea su trabajo, mayor será el número de candidatos para un puesto. Si muchas personas se forman para profesiones en las que no hay demanda, también caerán los sueldos porque la oferta igualmente será muy superior. En tareas donde haya pocos profesionales para los puestos disponibles los salarios crecerán notablemente. Así un programador especializado en España puede ganar 40 ó 50.000 euros brutos al año, mientras que un profesional no cualificado difícilmente superará los 10.000. Estas diferencias se dan en todas las economías avanzadas, porque en las más intervenidas, las diferencias aún son mayores, con el agravante de que muchas de las rentas mayores las capturan personas que no tienen cualificación, simplemente están cerca del poder.
Ahora vamos con el punto en el que es un problema de como se reparten los beneficios. Salvo rarísimas excepciones, las empresas no ganan mucho dinero, los competidores no se lo permiten. Como porcentaje de sus ventas los beneficios cada vez son más bajos, en un sector con mucha competencia la única forma de seguir adelante es que todos los elementos sean lo más eficientes posibles, innovando y haciéndolo mejor que los demás. Las empresas ganan más dinero porque son más grandes y producen más, pero el porcentaje de los beneficios difícilmente podrá crecer de forma continuada o con variaciones al alza importantes, porque la competencia te atacaría por el precio y los clientes se irían con ellos. Es un equilibrio muy complicado.
Incluso una excepción tan notable como Apple no puede aumentar su porcentaje de beneficio continuamente y lo normal es que se reduzca. Obviamente intentarán con toda su creatividad que no sea así y de vez en cuando sacarán un nuevo producto que suponga una pequeña revolución, con lo que conseguirán que les sigan nuevos clientes, aumentando su beneficio. Pero Samsung, Lenovo o Huawei no son invitados de piedra, están ahí para recortar sus ventas y obligarles a contener sus márgenes. Un equilibrio complicado y apasionante para los espectadores que somos meros consumidores.
Una empresa eficiente por tanto tendrá beneficios muy justitos, los necesarios para repartir algo entre sus accionistas y que les permita seguir creciendo. Pongamos un ejemplo concreto, de los más fáciles de entender, una empresa de servicios, porque no tiene materias primas, ni fabricación, ni otros factores que complican el análisis. Pongamos una empresa que factura 1000 millones, tiene 10.000 empleados y un 10% de beneficios, muy alto para lo que suele ser en realidad, pero dejémoslo así para simplificar. La partida de salarios significa el 65% de los gastos de la empresa, esto es 585 millones. Supongamos que la dirección decide repartir un 10% de los beneficios, por cuestiones de productividad o por lo que sea, por tanto se repartirán 10 millones, lo que supone un 1,7% de toda la masa salarial. Para alguien que gane 1.000 euros al mes supone 17 euros más. Esto es lo que pasa cuando se reparten los beneficios y esta es una cifra exageradamente alta, porque la mayor parte de las empresas no tienen un 10% de beneficios y no reparten un 10% de estos entre los empleados. Por cierto no es que las empresas industriales sean diferentes, simplemente intervienen más factores, en los que puedes tener seguro que el nivel de competencia es tan feroz, en cada uno de los escalones, como en cualquier otro sector de la economía.
Y no es que los empresarios sean gente malvada que quiera complicarle la vida al trabajador -aunque seguro que alguno hay, mala gente te la encuentras en cualquier sitio-, porque no habría nada más fácil y satisfactorio para alguien que dirige personas que darles todo aquello que piden, que en muchos casos merecen. Tener una plantilla feliz es la máxima aspiración de cualquier dirigente. De hecho es lo que hacen los políticos, pero para ellos es más fácil, porque la diferencia entre una empresa y un estado es que trabajan con dos recursos muy diferentes: una con el dinero de sus clientes, que se lo entrega voluntariamente a cambio de algo, los otros con los impuestos, que se donan obligatoriamente, sin casi capacidad de elegir. Si te equivocas con los clienteste te arruinan en dos días, los votantes necesitan una o más legislaturas, para quitar la confianza depositada.
Sabiendo esto los partidos, las diferencias entre las cuentas de unos y otros pueden significar unas decenas de euros, a lo sumo un par de cientos para el bolsillo del ciudadano medio, es una cuestión de cómo maquillo las cifras, pero no hay una intención seria de competir en el gasto. De hecho suele ser lo contrario: promesas que implican más gasto, no menos. Los partidos se mueven en un mercado oligopólico, mientras que las empresas, la mayoría, tienen que competir duramente para sobrevivir. En un siguiente capítulo te explicaré el porque de los oligopolios en la economía.
En este escenario agresivo la única forma de mejorar los salarios en una empresa pasa por esa competitividad. Cada elemento de la maquinaria, cada persona, debe influir en el incremento de ventas y la satisfacción del cliente. Y esto podemos trasladarlo igualmente a la sociedad. Cada vez que preguntes que hay de lo tuyo, piensa de que forma influyes en el trabajo o en tu colectivo.