El esperanto del doctor Zamenhof
Por Pilar, el 15/07/2016

Profundamente afectado por las situaciones violentas que vivía a diario en su ciudad, en la que convivía un crisol de idiomas, Luis Lázaro Zamenhof se decía que si los hombres se odian es porque no se comprenden. Y con el mejor de los criterios pensó que la solución sería un idioma común para comunicarse entre ellos. Más tarde llegó a la conclusión de que esa no es la principal causa por la que los hombres no se entienden, que el odio, los prejuicios, la política y la religión eran entre otros los motivos que los separaban.
Fiel a su convicción se puso a la tarea de crear un idioma que sirviera de herramienta común. La idea de una lengua universal no era novedad, algunas mentes brillantes lo habían intentado anteriormente con poco éxito, pero la mejor de las intenciones. Casi todos ellos lo hicieron pensando en lo fácil que eran las cosas cuando los idiomas griego y latín, el francés, en su momento el español, eran conocidas en todo el mundo. En su momento estos idiomas eran lo más parecido a un lenguaje debido a la situación de primacía de la nación o imperio dominante, y aunque facilitaba las comunicaciones, cuando el poderío se acababa, se dejaba de utilizar esa lengua.
Zamenhof pensó entonces en un idioma neutral, que no tuviera detrás ninguna implicación, y que además tenía que estar basado en una gramática sencilla y que todo el mundo pudiera aprender. Tomando como base la gramática del inglés y utilizando un sistema de afijos añadidos a las mínimas raíces posibles empezó a darle forma al nuevo idioma, que se acabó conociendo como el idioma del doctor Esperanto y finalmente quedó con este nombre a secas.
Se convirtió en la esperanza de los idealistas que veían en esta lengua una manera de eliminar barreras entre las personas. Pero lo cierto es que nunca alcanzó la relevancia mundial que pretendía, y tampoco fue el vehículo que sirviera para solucionar conflictos.
Si tuviéramos que buscar una moraleja a esta historia, podríamos decir que para entenderse no hace falta hablar el mismo idioma, basta tener la intención clara de comprender al otro de la forma que cada uno pueda o sepa. Pero tal vez Zamenhof no quiso darse por vencido y es de agradecer que trabajara para crear una herramienta cuya pretensión era facilitarnos las cosas y evitar que los hombres se odiaran porque no se comprendían... Solo por ese intento de arreglar el mundo, gracias Doctor Zamenhof.