El lenguaje no verbal. Cuando tu cuerpo dice otra cosa

Por Pilar, el 13/04/2018

El lenguaje no verbal. Cuando tu cuerpo dice otra cosa

No, si estoy bien, dice tu boca. Pero tu amigo sabe que no. ¿Por qué? tu cuerpo, con los hombros alicaídos, mal sentado y tu piel amarillenta, febril, dicen todo lo contrario: estás pasando por un mal momento. Tu postura, tu lenguaje verbal indican que te ocurre algo muy diferente a lo que estás verbalizando. El cuerpo transmite información de manera inconsciente, la forma de caminar, la propia manera de sostener el cuerpo hablan por sí solos.

¿De qué manera nos delata el lenguaje no verbal?

A través de todos los canales por medio de los que nos expresamos. Nuestra cara, que ya dicen que es el espejo del alma, indica inmediatamente y de forma espontánea la impresión que nos producen ver algo o a alguien: alegría, tristeza, sorpresa, miedo, ira, asco o desprecio.

El volumen, el tono de nuestra voz, lo mismo que el silencio, indican de forma bastante evidente nuestro estado de ánimo. Los gestos están muy influidos por cada cultura pero también indican con bastante precisión la interacción que mantenemos con otros.

Aunque seguramente lo que más llama la atención a primera vista es la apariencia, esa que delata la edad, el sexo, origen y condición social. Con ella damos una impresión a los demás, que puede cambiar en cuanto haya más elementos de juicio, pero que de entrada ofrece una idea de cómo somos. La distancia física que hay entre dos personas y el contacto que haya entre ellas ofrece una idea bastante exacta de la cercanía y de la posición de dominio en cada interacción. Eso sí varía mucho dependiendo de cada cultura.

El lenguaje no verbal es totalmente espontáneo en la niñez. Conforme avanza la edad y la educación, en la que influyen el estatus social y la cultura propia, se va reprimiendo. Se puede modificar con técnicas de autocontrol mental y físico, aunque es costoso porque se trata de algo casi automático.

También puede moldearse en la edad adulta para desempeñar determinadas actividades o trabajos. Por ejemplo, disimular los nervios o la inseguridad a la hora de defender una tesis, de presentarse a un concurso, de hablar en público. El estudio del lenguaje no verbal es muy útil en disciplinas como la atención al cliente, la seguridad, la policía. Descifrarlo puede ayudar a un comercial a saber qué quiere realmente su cliente, aunque no lo diga, o a la policía a la hora de buscar información entre sus sospechosos, ya que un gesto, una actitud pueden ser delatadores. De igual manera una postura relajada, de clara apertura nos servirá para integrarnos en entornos poco habituales o en un trabajo nuevo y así con muchos más ejemplos.

¿Qué conclusiones podemos sacar?

Que lo natural es mostrarnos tal como somos y que nuestro cuerpo y mente vayan coordinados, es decir, que cuando nos sentimos bien nuestro cuerpo lo refleje a través de los gestos correspondientes y al revés. Que podemos disimular un poco y en ocasiones, cuando lo requieren el contexto, las convenciones sociales, somos capaces de modelar ese lenguaje sin ningún problema. Que puesto que podemos hacer esto en momentos específicos, es una gran idea trasladarla a nuestro día a día. Es decir, si nuestro lenguaje no verbal tiende a ser positivo, aspecto cuidado, gestos amigables, mirada cordial y sonrisa franca, es más fácil que nuestro pensamiento mantenga también ese positivismo. Y ya por último, resulta que ese esfuerzo no solo nos beneficia a nosotros mismos, es que además acaba contagiando al resto y de esa manera, entre todos, hacernos y hacer la vida un poco más bonita. ¿Probamos?