Cómo enseñar a pensar a los niños
Por Pilar, el 13/06/2018

Si tienes cerca un pequeño que te hace preguntas que te parece imposible que se gesten en esa cabecita no te asustes. Es el pensamiento crítico, que aparece cuando menos imaginas. No es inhabitual que un niño plantee una preguntas sobre la muerte, dios, la naturaleza de las cosas... Para ellos es cuestión de curiosidad y para nosotros adultos, una buena oportunidad para ayudarles a desarrollar su capacidad de pensar. Algo que le beneficia a él y a toda la sociedad.
¿Y cómo se enseña a pensar?
No es una tarea complicada, puesto que los niños tienen curiosidad innata por lo que les rodea y tienen capacidad de disfrutar de sus descubrimientos. Así es que solo es necesario estimularlos. Es sencillo, puede hacerse a través de juegos, la lectura o simplemente estableciendo un diálogo inteligente con el niño. Una manera muy fácil y efectiva de hacerlo es devolverle la pregunta que nos ha hecho. Si pregunta, por ejemplo, ¿por qué tenemos que morir? lo mejor es preguntarle qué opina él y dejarle que elabore una teoría de acuerdo con sus pensamientos. El resultado puede ser sorprendente.
Es muy importante que el niño tenga libertad para expresarse, que deje fluir su pensamiento, que lo elabore, no de que piense como nos gustaría. Se trata de proporcionarle herramientas y un entorno adecuados para que se cuestionen cosas y elabore pensamientos.
Ni que decir tiene que para que esto ocurra, es necesario que el adulto también esté dispuesto a cuestionarse todo lo que ocurre, que tenga una conversación inteligente y respete las opiniones ajenas.
Grandes iniciativas
Matthew Lipman, filósofo y pensador, opinaba que estudiar filosofía reportaba grandes beneficios a los pequeños y por extensión a toda la sociedad. Organizó un programa educativo llamado Philosophy for Children para que los niños aprendieran a pensar, a cuestionarse cosas y formar juicios razonables.
Para ello diseñó cuentos filosóficos a través de los que enseñó a los niños, de unos 11- 12 años a hacerse preguntas y responderlas. Hizo un seguimiento de los alumnos y comprobó que todo eran beneficios. Amplió el programa con libros para niños y manuales para los profesores que participaban en el proyecto. El éxito de la iniciativa hizo que el departamento de Educación en Estados Unidos reconociera los méritos del programa y lo subvencionara. Ahora mismo está en marcha en 40 paises.