Historia de la ropa interior
Por Pilar, el 13/12/2018

¿Para qué sirve la ropa interior? Para proteger a la ropa exterior de la piel. Algo tan básico y sencillo ha ido evolucionando a través de la historia, adaptándose a las sociedades, el modo de vida y la evolución de tejidos y modas. Lejos quedan los tiempos en los los genitales se tapaban con un trozo de piel sujeta a la cintura, hombres y mujeres. Nada que ver con los modernos calzoncillos y la lencería femenina.
Los primeros vestigios del uso de ropa interior proceden del Antiguo Egipto. Algunas de las momias masculinas vestían lo que podrían considerarse calzoncillos. En aquel momento las mujeres tenían no solían llevar ropa interior excepto las prostitutas de lujo y las concubinas.
Algo parecido a un sujetador se empezó a utilizar en la antigua Creta alrededor del 1700 a. C. Se trataba de una correa cuya función era elevar el pecho, sin taparlo. En la antigua Grecia, en la que se exaltaba el cuerpo humano, los hombres solían ir desnudos. En las representaciones de aquella época solo llevaban alguna protección genital los héroes y las diosas.
Puede decirse que el uso de la ropa interior entre hombres y mujeres se popularizó en el Imperio Romano. Las mujeres empezaron a sujetar su pecho y realzarlo con una especie de faja y una cinta de cuero. Las más pudientes utilizaban una especie de redecillas con hilos de plata u oro y adornados para sujetar su pecho, lo que añadía un papel de seducción a esta prenda. Los hombres empezaron a adoptar en su vestuario una prenda bárbara, las bracae, que les protegía del frío.
Con la llegada de la Edad Media, cualquier exceso o lujo en la ropa interior y exterior, fue suprimida por la estricta censura de la Iglesia que quería mantener el cuerpo oculto, como algo pecaminoso. Entraron en escena largos camisones para ellas debajo de los vestidos. Para los hombres largas camisolas y el culotte, prenda más cómoda y ajustada, que con el tiempo acabó siendo una prenda femenina.
La ropa interior empezó a cambiar en serio cuando la mujer se convirtió en su protagonista. Camisones, camisolas, enaguas, culottes, corsés. Un mundo de telas finas, sedas, encajes, bordados, pedrería. Todo eso hizo que la lencería adquiriera el encanto, la sensación de algo delicado y precioso a disfrutar tanto como la ropa exterior. Más tarde, a finales del siglo XIX, irrumpieron con fuerza las medias y los ligueros.
En el siglo XX la ropa interior se volvió más cómoda tanto para las mujeres como los hombres, que venían de unos años en los que la suya era básicamente de lana áspera. Si algo revolucionó la moda interior, sin duda fue el sujetador. Mary Phelps lo inventó por pura casualidad cuando tuvo que solucionar un problema con el corsé que entonces se utilizaba, que sobresalía por el escote de su vestido. Dos pañuelos y una cinta de seda solventaron el problema. Su invento, patentado en 1914, fue todo un éxito y se convirtió en el precursor del moderno sujetador. Porque lo cierto en que unos años antes, en 1893, Marie Tucek había patentado otro modelo mucho más complejo. A pesar de ello no se popularizó hasta los años 40, gracias a la aparición de Jane Russell con un modelo diseñado por ingenieros aeronaúticos con forma puntiaguda. En 1934 se fabricó el primer slip, que redujo aún más los calzones que habían empezado a acortarse a principios de siglo como consecuencia de la crisis del 29.
Y no, no nos hemos olvidado ni de las bragas ni de las medias. Como curiosidad, resulta que estas prendas que asociamos al vestuario femenino, empezaron siendo prendas masculinas. Las bragas comenzaron siendo una prenda exterior. Se trataba de un calzón de lana o algodón que envolvía los muslos, hasta la mitad o la rodilla. Las calzas cubrían el resto de la pierna. Con el tiempo las bragas y las calzas empezaron a unirse y en el siglo XVI la prenda ya es un todo llamado calza-bragas. Pasó a ser una prenda interior precursora de los calzoncillos.
No está tan documentado su uso femenino. Solo se puede asegurar que las romanas utilizaban algo que pudo ser la antecesora de la prenda, pero muchas teorías aseguran que es posible que hasta el siglo XIX, ni siquiera se utilizaran.
Las medias son la evolución de esas calzas de las que hemos hablado antes. Los hombres las sujetaban con tiras y las ajustaban a la cintura, una especie de ligas y ligueros primitivos. En el siglo XVIII se popularizó su uso entre las damas de la corte, fabricadas en seda, así como las ligas para sujetarlas. Los ligueros aparecen poco después de los corsés, a los que se añadieron tiras para enganchar las medias y sujetarlas. Muy pronto se diseñaron como prenda separada, mejorando el diseño y el material de fabricación. Los pantys, otra prenda revolucionaria aparecida después de la Primera Guerra Mundial, los desplazaron como prendas de uso diario y en la actualidad se utilizan como prendas de seducción.