¿Nos sienta bien la Navidad?

Por Pilar, el 20/12/2018

¿Nos sienta bien la Navidad?

Que levante la mano la persona que alguna vez, aunque solo haya sido una, no se haya sentido en plan melancólico y triste en estas fiestas. ¿Por qué nos ponemos tristes en Navidad? Porque queremos, porque el ambiente permite una nostalgia que en otro momento del año no se excusa. Porque ocurre cuando ya se está acabando el año y además de todo lo que conlleva, nos da por hacer un inventario de todo aquello que ha ocurrido o de lo que no ha ocurrido, que también da para estar quejicoso y ñono. Todo eso y pararse a pensar en todos aquellos que ya no están con nosotros terminan de aderezar ese cóctel emocional, solo comparable a la víspera de incorporarse al trabajo después de vacaciones.

Lo del clima no lo tengo tan claro, pero creo que sí, que no es lo mismo celebrar la Navidad en un lugar cálido, en manga corta, que en otro en el que la noche no permite alejarse de la manta y estufa, que ya se sabe que son más propensas a la flojera.   

Y si a todo eso se le suma esa especie de obligación de ser feliz y bueno aunque solo sea unas horas, la bomba emocional puede explotar en cualquier momento. Solo hace falta un cuñado de esos que ejercen profesionalmente en la mesa para que se lie pero bien. Por no hablar de las tremendas digestiones, porque también nos ponemos gordos, los dolores de cabeza que produce pensar en los también obligados regalos, nos ponemos histéricos, y el estricto calendario que decide en qué casa se come o se cena y con quien hay que compartir mesa, aquí ya estamos de infarto. Vamos, felicidad máxima.

Si aún así te encantan estas fiestas, disfrútalas a tope, como si no hubiera un mañana. Son una vez al año. Si por el motivo que sea estás obligado a padecerlas sin posibilidad de escapatoria, ánimo, e intenta que no acaben con tu salud mental. Ponte a dieta unos días antes para no morir en el intento, procura no ser muy mordaz en tus comentarios en la mesa, para que el título de más cuñado se lo lleve otro, y a disfrutar de la opípara cena, que oye, un rato malo lo pasa cualquiera.