¿Se puede empezar de nuevo laboralmente después de los cuarenta?
Por Pilar, el 22/05/2019

Siempre se dice que se puede empezar de cero siempre que uno se lo proponga, de una manera realista, por supuesto. Por mucho que nos apetezca ir a una Olimpiada a los cuarenta, será prácticamente imposible conseguirlo. Volver a ponerse en forma si que será asequible.
Centrándonos en el empleo, en los cambios en la vida, es complicado. Y es verdad que de cero no se empieza, porque a cierta edad se ha adquirido una cierta experiencia en un montón de cosas, en el terreno laboral, personal que se trasladan a cualquier cosa que se inicie.
Pero aunque eso sea así, sigue siendo complicado. Las empresas siguen sin verlo como una ventaja y optan por gente joven, un concepto que como mucho se aplica a personas hasta los treinta y cinco más o menos. Después de esa edad se entra en una especie de limbo, viejoven, porque ya no se entra en la categoría de joven y tampoco de mayor, aunque automáticamente descarta de cualquier selección laboral.
No parece una medida muy acertada, sobre todo en algunos ámbitos. Es cierto que si hablamos de un trabajo puramente físico, lo habitual es que se prefiera a una persona joven, a la que suponemos más fuerte, más resistente. Pero, ¿y si se trata de un trabajo que no lo es? Un consultor, médico, profesor, camarero, alguien de atención al cliente. Empleos en los que el profesional ha adquirido unos conocimientos que alguien recién salido del cascarón ignora, pero muy apreciados por quienes reciben los servicios de esos profesionales. Tienen una visión práctica de las cosas, experiencia suficiente como para ser certeros y rápidos y un saber hacer muy apreciable.
En equipos de varias personas sería ideal poder combinar juventud y experiencia. Unos aportan gran entusiasmo, frescura, conocimientos recién sacados del horno. Los otros, calma, experiencia, contención, profesionalidad. Sin duda una combinación estupenda para cualquier organización.
Pero mientras la edad sea una barrera insalvable, se perderá talento. Y lo que es peor, habrá personas que podrían dedicarse a hacer otras cosas, pero seguirán trabajando en algo que no les gusta, por temor a ser rechazados en algo que es su verdadera vocación, a la que tal vez llegan tardíamente. Y todo el mundo tiene derecho a equivocarse, a empezar una trayectoria profesional de una manera y darse cuenta de que no era eso lo que quería, que es capaz de más, o de otra cosa, aunque sea duro, aunque gane menos. Y el castigo es darse cuenta de que es casi imposible salir de esa trampa, porque darle un giro a la propia vida es algo a lo que no se da ningún tipo de facilidad. Seguimos siendo una sociedad en la que se busca lo mismo que querían nuestros padres: un trabajo para siempre. Los valientes que se atreven a saltar quitando la red, y más a cierta edad, tienen bastantes papeletas para estrellarse.