Ay, la soledad...

Por Pilar, el 21/06/2019

Ay, la soledad...

La soledad es un mal de los países occidentales, es la mayor causa de exclusión social. La soledad es un término con muchos matices, porque no es estar solo. De igual manera que estar acompañado no significa no padecerla. De una forma muy rudimentaria se podría decir que la soledad es querer tener a alguien cerca para hablar, para salir a pasear y no tenerlo.

En el mundo hay muchas personas que viven solas. Por decisión propia, por la muerte de sus parejas, por alejamiento físico o geográfico de sus allegados. La familia suele ser un lazo que permite estar mínimamente comunicado. Pero ni siquiera eso es una garantía, porque en la actualidad la gente tiene una gran movilidad geográfica y es bastante común que padres e hijos vivan en localidades o incluso países diferentes. Y aquí el recurso de ir de visita, ese calor humano que produce la cercanía física, se pierde. Es inevitable. Queda eso sí la llamada telefónica y en el caso de personas mayores que se adaptan a la tecnología una llamada por videoconferencia, pero poco más.

Quedarían entonces los otros allegados, los amigos. Pero incluso ahí se encuentran deficiencias. Al igual que en las familias se producen separaciones y distanciamientos por la propia inercia de la vida. Además de que en la actualidad, muchas amistades son virtuales, un alivio para quienes tiene presencia en Redes, pero un obstáculo más para los que no.

Y la soledad una vez que aparece, acaba por agravarse si no se rompe el círculo vicioso. Lo que se puede entender como independencia se va convirtiendo en soledad pura y dura, más aún conforme aumenta la edad. Los familiares van haciendo su vida, los amigos enferman o mueren, la salud supone un impedimento para comunicarse o salir a la calle. Y se entra en un bucle, que afecta a la salud, al estado anímico.

También afecta a la gente joven, que dice encontrarse sola, y en la actualidad cuentan con más medios que nunca. Qué ocurre, ¿no tienen con quien hablar? ¿creen que no se les va a entender? ¿Tal vez el postureo les lleva a mostrar una vida que no es tal y eso les produce malestar?

Los gobiernos pueden tomar medidas, hacer campañas de sensibilización, apoyar la labro de ONG´s, pero para que alguien no se sienta solo, debe sentirse acompañado. Y esa compañía la proporcionan familia y amigos, lo que supone una cierta disponibilidad para con los demás. Se trata de construir una sociedad en la que se fomente y estén de moda la solidaridad, la empatía.

Favorecer en exceso el amor a lo propio, la individualidad, lleva inevitablemente al aislamiento. Pensar en las necesidades de los demás no tiene porque conllevar olvidar las propias. Visitar a los abuelos, dedicando unas horas a actividades que a ellos les puedan gustar, a los familiares, a ese vecino en cuya casa hemos merendado tantas veces. Estar pendientes de si los vemos o no. No perder el contacto con los amigos. Acompañar a nuestros padres o dedicar un tiempo a nuestros hijos y hermanos, es beneficioso para ellos y para nosotros. 

Vivir solo no es estar solo. pero si se elige esa opción, cuando la soledad empieza a ser insoportable, hay que pedir ayuda. Y también hay estar al tanto para reconocer esos síntomas en aquellos a los que amamos.