Maldito bulo
Por Pilar, el 27/06/2019

Leo en un artículo que los chismes, los bulos, mueren cuando llegan a una persona inteligente. Es obvio. Siempre hay algo en la construcción de uno que a alguien que piensa, que no se deja llevar, no le termina de encajar, que no parece lógico. Entonces, esa persona, averigua datos, mira por aquí y allá, desmonta el bulo y no lo continúa difundiendo. Lo que ocurre es que no muere aquí, porque a pesar del esfuerzo de demostrar la mentira, de mostrar los datos que incontestables, sigue rodando y rodando.
¿Y por qué no se queda ahí, desmontado después de comprobar la evidencia? Los expertos aseguran que los bulos tiene una función, sirven para que algunas personas se sientas unidas frente a otras contra las que se posicionan. Así lo afirmó Gordon Allport en 1947. Esa cohesión que alcanzan con otras personas y el confrontamiento con ese o esos otros, producen buenas sensaciones, sí han leído bien, liberan endorfinas y acaban con el estrés. Es como una distracción, un tanto perversa, eso sí, porque difundir y difamar sin haber siquiera investigado es grave, aunque sea por descuido. Pero más grave es una vez hecho, deshacer lo que se ha rumoreado, es muy difícil. Una vez instalado el bulo, aunque solo sea por no reconocer que nos han engañado como a niños, es complicado revertir el daño que ha producido. Además de que si era una manera de sentirse unido a otros, igual ni interesa desmontar eso que culpa a otro grupo, sexo o clase social.
¿Qué gana el que lo crea? El que lo hace, el que manipula una información de forma maliciosa, sabe que llega a un colectivo. Apela a su sensibilidad y sabe que reaccionarán haciendo una piña. La forma en que lo rentabilice o utilice contra otros ya dependerá de los intereses que haya detrás. Puede ser ganar dinero, hundir a un enemigo o crear una tensión entre grupos. Sabe que tiene en sus manos un arma poderosa, la manipulación. Solo así se entiende que se difunda información falsa o incompleta, con la seguridad de que sus seguidores la creerán a pies juntillas a pesar de los datos que la desmienten.
Por supuesto las Redes Sociales han contribuido a que la propagación de un bulo sea casi inmediata. De ahí que todavía sea más difícil parar un bulo, aunque llegue a una persona inteligente que lo desmonte. Para cuando eso ocurre hay muchos más "infectados" de los que uno puede combatir.
Eso a gran nivel, porque también hay chismes que actúan en plan doméstico, en grupos de amigos o familia. Aquí la opción es ignorar el tema o arriesgarse y defender al acusado en la comida familiar del domingo. Seguramente es menos peligroso hacerse el loco. Dice un refrán español que más vale que te pille un tren, que una mala lengua. Y no puede ser más cierto, porque de lo primero uno puede salir hasta vivo, de lo segundo no se sabe.