Decálogo para que tu hijo se convierta en delincuente

Por Pilar, el 17/12/2020

Decálogo para que tu hijo se convierta en delincuente

Emilio Calatayud, juez de menores de Granada, se caracteriza por sus métodos poco tradicionales. Sabe de lo que se habla cuando lo hace de menores complicados, porque él mismo lo fue, su padre lo internó cuando era niño en un colegio muy estricto y esa experiencia marcó su vida. Tal vez por eso desde que ingresó en el mundo de la judicatura, sus sentencias van más allá de lo que es meramente punitivo. Su intención es cumplir con el Código Penal, resocializar y reinsertar a los menores que delinquen, pero como él mismo dice, ¿cómo hacerlo si están sin socializar? Así es que lo primero es llevar a cabo esa labor y después reinsentarlos. 

Por eso los castigos de sus sentencias están relacionadas siempre con el delito que el menor ha cometido, con la intención de ir más allá del castigo, intentando que sean provechosas para él, que aprenda algo y que no vuelva a delinquir. En ocasiones sus métodos han provocado las críticas de algunos sectores pero él considera que si un menor, por ejemplo, ha conducido borracho, es un buen escarmiento que realice un voluntariado en un centro de parapléjicos, para que vea de cerca las consecuencias. Uno de sus castigos favoritos es condenar a aprender a leer, o sacarse los estudios primarios a quienes no los tienen. 

Es muy crítico con la labor de los padres, a quienes echa en cara la relación que tienen con los hijos, que sean sus amigos, dejándolos huérfanos, ya que se les priva en ese caso de la figura paterna. Los padres tienen que ser padres. Sostiene que la educación actual es muy laxa y que con ella los menores se infantilizan aún más y se comportan irresponsablemente porque no tienen disciplina. Cuando ocurre algo los padres acuden en su ayuda de sus hijos enfrentándose a quien haga falta.

También responsabiliza a los políticos, incapaces de hacer de una vez por todas una ley de educación que perdure en el tiempo, sin intereses partidistas, que cambie con cada legislatura. Ellos con la legislación van haciendo al menor más irresponsable de sus actos para unas cosas, mientras que en otros campos son tratados como adultos. 

Por último, su otro frente es la tecnología, el abuso de la misma, que convierte en adictos a los chavales, que son capaces de agredir a sus padres si, por ejemplo, se les restringe el uso del móvil o del wifi.

Por su estrecha colaboración con profesionales de la judicatura y la policía conoce bien qué pautas llevan a los menores a ser delincuentes y ha escrito un decálogo de todo lo que hay que hacer, que obviamente debe ser todo lo contrario, para que un chaval se convierta en delincuente. Es este:

  • Comience desde la infancia dando a su hijo todo lo que le pida. Así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece.
  • No se preocupe de su educación ética o espiritual. Espere a que alcance la mayoría de edad para que pueda decidir libremente.
  • Cuando diga palabrotas, ríase. Esto lo animará a hacer cosas más graciosas.
  • No le regañe ni le diga que está mal algo de lo que hace. Podría crearle complejos de culpabilidad.
  • Recoja todo lo que él deja tirado: libros, zapatos, ropa, juguetes. Así se acostumbrará a cargar la responsabilidad sobre los demás.
  • Déjele leer o ver todo lo que caiga en sus manos. Cuide de que sus platos, cubiertos y vasos estén esterilizados, pero no de que su mente se llene de basura.
  • Riña a menudo con su cónyuge en presencia del niño, así a él no le dolerá demasiado el día en que la familia, quizá por su propia conducta, quede destrozada para siempre.
  • Dele todo el dinero que quiera gastar. No vaya a sospechar que para disponer del mismo es necesario trabajar.
  • Satisfaga todos sus deseos, caprichos, apetitos, comodidades y placeres. El sacrificio y la austeridad podrían producirle frustraciones.
  • Póngase de su parte en cualquier conflicto que tenga con sus profesores y vecinos. Piense que todos ellos tienen prejuicios contra su hijo y que de verdad quieren fastidiarlo.

Esperemos que sigas estas pautas, justo al contrario, porque sin querer, intentando que los chavales no tengan ni carencias ni sufrimiento, se les plantea un modelo del mundo que no se acerca ni de casualidad a la realidad. 

Imagen: Robin Worrall