Coronel Sanders
Por Pilar, el 30/09/2021

Si alguna vez has comido pollo frito en un local de Kentucky Fried Chicken, tal vez tengas curiosidad por conocer la historia de su creador, Harland Sanders.
Sanders nación el 9 de septiembre de 1890 en Indiana, en el seno de una familia humilde de origen irlandés. Era el mayor de 3 hermanos y la muerte de su padre cuando tenía 5 años, le obligó a abandonar la vida infantil para ayudar en casa y cocinar para sus hermanos. A los doce dio un paso más en sus obligaciones y abandonó la escuela para trabajar en la granja de la familia. Poco después se mudó a vivir con sus tíos para evitar los malos tratos de su padrastro.
Con apenas 15 años, posiblemente porque falsificó su edad, se alistó en el ejercito y sirvió en Cuba. Después se mudó a Alabama, donde se casó con Josephine King y tuvo 3 hijos con ella.
Sanders trabajó en cualquier cosa que encontrara, desde corredurías de seguros a vendedor de neumáticos, mientras estudiaba Derecho por correspondencia. Después de trabajar en varias gasolineras decidió montar la suya propia en Corbin, Kentucky, cuando ya tenía 40 años.
Aquí se dio cuenta de que podría ser un buen negocio vender comida a los viajeros que paraban a repostar combustible. En la actualidad es habitual ver juntos una gasolinera y un lugar para comer, pero no lo era en aquel momento. Puede decirse que creó el concepto de estación de servicio que conocemos ahora.
En realidad, no era un restaurante propiamente dicho, se trataba apenas de unas mesas. Tampoco tenía una carta, solo servía cosas fáciles de conservar y preparar, como jamón loncheado o pollo frito.
Se hizo muy popular en la zona por la peculiaridad de su negocio y por su pollo frito. El gobernador de Kentucky le dio el título de Coronel de Kentucky en reconocimiento a su contribución a la gastronomía local. Debido a la afluencia de público, tuvo que plantearse montar un restaurante para atenderlo, con espacio suficiente y una carta con varios platos.
En este restaurante comenzó a preparar una receta propia de pollo frito que contenía 11 tipos de especias y hierbas, que patentó más adelante, en 1940. Como se convirtió en la estrella del menú, decidió especializarse en ella y perfeccionarla porque tenía potencial de convertirse en un gran negocio.
Pronto sus planes se truncaron. La construcción de la Interestatal 75 redujo el tráfico que pasaba por su local y comenzó a tener pérdidas y deudas. En aquel momento Sanders tenía 62 años. Cualquiera pensaría que daba por finalizada su aventura empresarial tras este inconveniente. Pero no un hombre como él, que había tenido una vida complicada desde su infancia y que había rozado el éxito. Él seguía creyendo en su proyecto, así es que a principios de los 50 vendió su estación de servicio por 75.000 dólares, pagó deudas y con lo poco que le quedó comenzó a recorrer el país para promocionar su pollo frito por los restaurantes, a los que cobraría 1 centavo de dólar por unidad vendida.
Su plan fue un éxito y poco después consiguió ahorrar lo suficiente como para abrir un restaurante en Salt Lake City que llamó Kentucky Fried Chicken. Su pollo seguía haciéndose cada vez más famoso y su negocio empezó a crecer.
Años después, en 1974, KFC tenía 600 locales en Estados Unidos y Canadá. Viendo inviable manejar él solo todo el negocio, vendió las acciones de Estados Unidos por 2 millones de dólares a un grupo de inversores, que le ofrecieron además, quedarse en la compañía como embajador y relaciones públicas con un sueldo vitalicio de 40.000 dólares que subió hasta los 200.000.
Sanders se dedicó a partir de ese momento a recorrer el país de nuevo, esta vez solo promocionando su exitosa marca que se extendía por otros países, como México o Japón. El Coronel Sanders falleció con 90 años, en 1980, aunque su negocio aún tardó unos años en florecer totalmente y ser lo que conocemos hoy en día.
Si se puede sacar una moraleja de esta historia es que no hay que cejar en nuestros propósitos, pero sobre todo, no hay que dejar de trabajar para que sean factibles. A la edad que Sanders se empeñó en emprender y en relanzar su negocio, mucha gente habría tirado la toalla. La diferencia es que ellos a la edad en que murió Sanders, aún estarían lamentando no haberlo intentado una última vez, y el Coronel murió satisfecho de ver su proyecto en pie, sabiendo que todo había sido gracias a su esfuerzo. No te rindas, nunca se sabe si en ese último esfuerzo está la victoria.
Imagen: Roadsidepictures