Emoción o razón: aprendiendo a sentir

Por JoseV, el 19/09/2012

Emoción o razón: aprendiendo a sentir

La sociedad que vivimos nos ha llevado a sobrevalorar el raciocinio, el pensamiento abstracto, sobre la intuición o los sentimientos. Esto que muchos adultos tardamos toda una vida en comprender es algo que, en principio, no supone un gran beneficio, desde un punto de vista personal, incluso desde el profesional. Ser más racionales, no nos hace más felices y descubrir, lo antes posible, como darle algún espacio a las emociones abrirá nuevos horizontes en nuestras relaciones, tanto en el ámbito social, como en el más cercano, con tu pareja, familia o amigos.

Es aún más importante si hablamos de los niños. La competencia emocional es extremadamente importante para lograr una buena posición profesional, pero es tanto más difícil adquirirlas según pasan los años. Por lo tanto es primordial prestar atención a la educación emocional de nuestros hijos. Motivo para otro artículo.

El primer paso para adquirir competencias emocionales propias es huir de aquellas emociones estereotipadas que nos plantean los medios de comunicación o la cultura imperante. Sentir no significa seguir los clichés románticos o pseudo-positivistas al uso, es dejar fluir lo que hay en tu interior de la forma más natural posible. Encontrar la forma de manifestar tus propias emociones a tu manera es muy importante. Sería razonable que tu flujo emocional no cause dolor o malestar a los que te rodean si es posible evitarlo ¿estás de acuerdo? Con lo que un cierto control en la forma de enfocar lo que sientes hacia otros, o la forma en que te afecten sus propias emociones y reacciones, debería formar parte del aprendizaje emocional.

El segundo paso, y para muchos más importante que el primero, es educarse emocionalmente, formarse en la capacidad para emocionarse. Algunas personas son absolutos incompetentes emocionales, no es que no sean capaces de sentir, es que no son capaces de dar salida a sus emociones, bien porque no las muestran, bien porque lo hacen de forma desproporcionada o a destiempo. El entrenamiento emocional consiste básicamente en dejarte sentir. La lectura, el cine, el arte, la música son magníficos disparadores emocionales. Aunque probablemente es más importante, para mi al menos, el aprender a sentir las emociones de los demás y esto empieza por convertirte en un observador, en alguien que escucha, en lugar de hablar o actuar. Observar y escuchar al otro activamente nos permite ser más conscientes de los matices, de lo que transmite realmente.

El tercer paso, y el más complicado para mi, es ajustar tus necesidades emocionales, con las de otros. Dejar fluir las emociones sin ningún tipo de control o consideración puede ser desde agobiante, hasta doloroso para los demás. Decir lo que queremos, mostrar lo que necesitamos enseñar, sin molestar a los que te rodean es algo extraordinariamente complicado, pero si pones en práctica los dos primeros consejos, estarás en el camino correcto.

¿Eres de los qué han crecido emocionalmente en la edad adulta? ¿Cuál fue el detonante? ¿Cómo lo conseguiste?