¿Por qué se fingen los orgasmos?

Por Pilar, el 04/06/2015

¿Por qué se fingen los orgasmos?

Las mujeres fingen el orgasmo en un porcentaje importante: Alrededor de un setenta por ciento según los datos de los artículos que hablan de ello. Prefieren hacer esto para acabar cuanto antes con un momento que, lejos de parecerles placentero es un trámite con el que acabar cuanto antes... Por lo visto las mujeres utilizan los jadeos para influir en la excitación de su pareja, y acelerar el final, y no como síntoma de la suya propia. A ver señoras, ¿qué está pasando aquí?

El sexo es importante en la vida, y en una relación de pareja. El sexo es por definición un espacio de intimidad, diversión, atrevimiento, placer... sí, placer, de la manera y forma que uno elija, y montar una película en la que se finge un final de fiesta estupendo cuando no es así, no tiene mucha lógica, ¿no?

La finalidad del sexo no es únicamente tener un orgasmo, hay muchos otros matices muy gratificantes que proporcionan placer, y es necesario mantener la mente abierta a cualquier tipo de estímulo que nos satisfaga, y pensar en el orgasmo como una obligación no es lo más adecuado, ¡no lo es! Entonces, ¿qué sentido tiene hacer algo así? ¿A quién se engaña en este caso, y sobre todo que necesidad hay de hacerlo? Si nadie alaba una comida que no le ha gustado, ¿por que esa necesidad de disimular en el sexo?

Seguramente uno de los motivos es el mencionado anteriormente: la convicción de que el fin del acto sexual debe ser obligatoriamente el orgasmo. Es tanto como pensar en el final del viaje sin disfrutar del camino. Y seguramente otro motivo para disimular y por lo que leemos en los artículos, acabar rapidamente con ese momento, es la falta de disfrute.

Otro sería el propio desconocimiento del cuerpo femenino, que aún existe,  por parte de las  mujeres. Nuestra fisiología es diferente a la de los hombres, y seguramente los ritmos no van a coincidir, ni falta que hace, por mucho que veamos parejas muy sincronizados en las películas. Si una misma es capaz de conocer su cuerpo será capaz de explicar a su pareja qué necesita, cómo y cuando. Y debe explicarse sin ningún tipo de tabú ni de vergüenza, con una buena comunicación entre ambos.

El sexo se tiene que entender en el contexto de la propia pareja, sin pensar en prototipos. No hay nada ni nadie a quien imitar, cada persona y cada pareja tienen su ritmo, son diferentes a cualquier otra. No caigamos en el error de actuar como le gustaría al otro que lo hiciéramos, sino como deseemos hacerlo nosotras mismas. Si una mujer finge su orgasmo, nada hace pensar a su pareja que no ha llegado a tenerlo de verdad. Y el fingimiento solo lleva a la frustración, a la insatisfacción y a la evitación de un momento que al final no resulta agradable. Esto a su vez hace que todavía apetezca menos, y sea cada vez menos deseable este momento de intimidad. Y si la pareja es mínimamente receptiva, experimentará una sensación extraña, que seguramente no relacionará con el acto sexual ya que desde su percepción, éste parece que acaba de manera satisfactoria, y es fácil que incluso por esto haya algún malentendido si tampoco esto se habla.

Así es que en vez de una actuación estelar digna de cualquier película de oscar, lo suyo sería plantear el tema con naturalidad. Hay que ser valientes y si vemos que no disfrutamos o que algo no funciona, hay que buscar la causa y solucionarlo. Y eso se consigue si hablamos de lo que está pasando. Si vemos que no es bastante hacerlo con la pareja, ¡busquemos ayuda de un profesional! Hay terapias fantásticas que mejorarán nuestra vida de forma radical. Si demostramos que todo está bien cuando en el fondo no nos gusta, está claro que nada va a cambiar.

El sexo forma parte de nuestra vida y de nuestra la salud. Si somos capaces de  solventar cualquier problema por mínimo que sea, lo mismo deberíamos hacer cuando se refiere al sexo. Acabemos con los tabús y los falsos mitos que lo rodean. 

Imagen: Matt Jiggins