¿Te gustan los charcos?

Por Pilar, el 21/12/2015

¿Te gustan los charcos?

Me encantan los charcos, de todas las maneras y tamaños. Creo que en otra vida fui animalito de color rosado y algo ha quedado en mi espíritu. Los veo y me pongo a salivar, a sudar de emoción, porque quiero dejar todo lo que estoy haciendo y ponerme a saltar encima. Igual que cuando tenía cinco o seis años... de hecho un síntoma de que te has hecho mayor cuando a la vista de uno de estos grandes con su barro y demás, lo primero que visualizas, en vez del subidón de adrenalina y la diversión, son las manchas que vas a dejar en la ropa y el estado en que van a quedar tus zapatos...

Pues eso es lo que pasa, que al hacernos mayores en vez de ser espontáneos, anticipamos las consecuencias de nuestros actos. Y resulta que lo del charco tiene fácil solución, porque lavas la ropa y ya está solucionado el problema, pero no pasa con todo igual. ¿Y todo esto a qué viene? Al crecer uno debe ser consciente de que se va a encontrar con muchos charcos en la vida, algunos verdaderamente apetitosos, pero también ha de darse cuenta de que no puede ir metiéndose en todos los que se le cruzan por el camino.

Y no puede ser porque no haríamos otra cosa más que entrar en un charco, chapotear un poco y luego en otro, y en otro y así todo el día. Esto lo que quiere decir es que tenemos que ser selectivos con nuestros charcos, que ha de haberlos, a la vida hay que darle emoción, pero hemos de tener una actitud que esté a mitad de camino entre la entrega desaforada de la niñez a la contención rígida de la edad adulta.

Nos vamos a encontrar con cosas que nos van a apetecer mucho, muchísimo, pero que tenemos que seleccionar en dónde queremos estar, por motivos de conveniencia, de tiempo, de gestión de energías: hemos de focalizarnos en nuestros objetivos y para que podamos hacerlo con eficacia, es necesario ver que es lo que es imprescindible y que es accesorio. Si para conseguirlo hay que hacer algo que no esperábamos adelante, pero abarcar mucho no hará que logremos ni antes ni mejor lo que queremos, más bien al contrario: todo eso sólo te lleve a distraerte y hacer que gastes tu tiempo en cosas que son improductivas.

Y en eso también se nota que te haces mayor: cuando aparece algo en la vida, directamente se haces un análisis de el interés y la utilidad que tiene para nuestras circunstancias, cosa que no ocurre de niño, época en la que directamente todo nos apetece y nos gusta, porque no tenemos todavía un rumbo definido. Así es que disfrutemos de los charcos, claro que sí, pero seleccionemos el que más nos interesa, y cuando ya esté claro, solo necesitamos unas buenas botas de agua, y a disfrutar.

Imagen: Judith Doyle