El valor de la tercera edad

Por Pilar, el 20/03/2016

El valor de la tercera edad

No hace tantos años, llegar a cumplir los 60 era un sueño para muchas personas, y también una pesadilla porque después de estar trabajando toda la vida, lo habitual es que pasaran a ser un estorbo para la familia, de la que pasaban a depender. Habitualmente se iban a vivir con alguno de sus hijos y se dedicaban a echar una mano en casa, y a ayudar en el cuidado de los nietos. En la actualidad, hablamos principalmente del mundo occidental, la vida de las personas llega con facilidad, y buenas condiciones, a los ochenta y con los sistemas de pensiones, la gran mayoría cuenta con ingresos propios. Si bien es cierto que la ayuda de los abuelos aún es muy significativa, sobre todo cuando se trata de cuidar de los nietos, y en estos tiempos de crisis soportando a veces la economía familiar con sus ingresos, nada tienen que ver con lo que eran. 

El concepto de persona llena de achaques, acabada para la vida, que lo único que podía hacer era esperar a que llegara la muerte, afortunadamente ya no existe. Con los actuales estándares de vida, la llamada tercera edad, algunos incluso hablan de la cuarta, es un momento maravilloso, en el que al margen de algunos achaques de salud, las personas están en un punto fantástico. Experiencia, en lo personal y en lo laboral, ganas de vivir y de disfrutar, independencia y el tiempo necesario para ello. Cada vez más nos encontramos con personas de más de sesenta años que estudian, que se apuntan a un gimnasio, que rehacen sus vidas y se enamoran, que viven su sexualidad de forma plena, que disfrutan de ese su momento en el que se cruzan tantas y tantas cosas buenas. Es una edad de oro, plena, experimentada.

Es envidiable ver las ganas con las que afrontan retos y las ganas que le ponen a cosas que a los que somos más jovenes nos asustan. Y es que muchos de ellos han tenido una vida dura, y saben lo que es salir de situaciones que harían temblar al más valiente. Sería fantástico que la sociedad aprovechara la sabiduría de estas personas en asociaciones, empresas, Ongs, en la propia familia: en cualquier ámbito su aportación es más que valiosa. La combinación de su sabiduría y experiencia y el conocimiento tecnológico de la gente más joven sería una experiencia muy positiva para todos.

Vivir esa tercera edad no como el principio del fin, sino como una prolongación de la madurez antes de entrar en la ancianidad. Disfrutar de la familia, del amor, de la vida como cuando se era joven, pero sin obligaciones de trabajo. Y concienciar a la sociedad de que se sienta orgullosa de estos hombres y mujeres, sin ñoñerías, poniéndolos en valor, haciéndoles sentirse útiles y piezas fundamentales de la sociedad. Son el pasado que ayuda a que el presente tenga un mejor futuro.