¿Las redes sociales nos vuelven más solitarios?

Por Diego, el 23/05/2016

¿Las redes sociales nos vuelven más solitarios?

Internet, las nuevas tecnologías, las redes sociales, los grandes avances digitales, en definitiva, todo lo que nos mantiene hoy día en permanente “ultraconexión” y, a su vez, “ultrainformados”, ¿puede convertirse en un arma de doble filo para el ser humano?

Uno de los problemas que ronda con más frecuencia por la mente de los más escépticos, a parte de su grado de adicción, es que si Internet, concretamente las redes sociales, nos alejan del mundo real, de la vida tal y como la conocían nuestros padres o abuelos, y nos preguntamos: ¿nos estamos volviendo más solitarios? Para contestar a esta pregunta lo primero que hay que tener claro es el concepto de soledad. Los diccionarios la definen como la “carencia voluntaria o involuntaria de compañía”, por lo que definitivamente, teniendo en cuenta dicha definición, NO, las redes sociales no nos vuelven más solitarios. Han podido cambiar nuestras costumbres, nuestra interacción y nuestra forma de ver la vida a través de un cambio y una evolución social inaudita en la historia de la humanidad, pero jamás nos han vuelto más solitarios.

Me explico.

Los seres humanos, como estaréis ya cansados de escuchar, somos seres sociales. Esta naturaleza se ha adaptado a los nuevos tiempos, al nuevo cambio social, cuya mayor expresión reside en las redes sociales. Éstas nos mantienen conectados con todo el mundo, amigos, familiares, conocidos. Estamos 24 horas conectados con quien queramos y, lo mejor, donde queramos. Es imposible que la compañía, como dice la definición de soledad, sea carente en plena revolución digital.

Sin embargo, lo que es innegable es que sí ha cambiado nuestra comunicación humana. El canal, el código, el contexto, incluso las figuras del emisor y el receptor, han evolucionado. El canal: Internet; el código: un nuevo uso del lenguaje más abreviado en caracteres; el contexto: la era de las nuevas tecnologías; el receptor: tanto individual como masivo (compartir contenido en redes sociales); el emisor: tú, un tú distinto. Por otro lado, la conversación también ha cambiado. Ya no hay conversación, hay conexión. La conversación online está pre-diseñada, puedes pensar lo que vas a decir, puedes informarte en tiempo real sobre el tema hablado, es decir, nada se deja a la improvisación y, por ende, nuestra personalidad online puede fabricarse y reinventarse, al contrario que nuestra personalidad real. No es nada malo, Internet se apodera de nuestras vidas. Estos avatares, o este “Matrix”, están dando lugar a las nuevas personalidades humanas.

El emisor, es decir, nosotros, como consecuencia del medio online se está convirtiendo en un elemento más egocéntrico, de ahí a que pasemos tanto tiempo actualizando nuestros perfiles sociales y a que queramos ser el centro de atención en Internet porque, por naturaleza, no queremos estar solos. No somos más solitarios, somos más individuales.

¿Cómo serán las anécdotas de los nativos digitales a sus nietos?

Pero no siempre los diccionarios dan con la definición correcta. Muchos pueden pensar que la soledad va más allá que el propio contacto social. Se puede pensar se trata de algo interno, de algo psicológico y mental. Sí, estamos conectados, pero cada vez más vacíos y artificiales por dentro. ¿Cómo serán las anécdotas de los nativos digitales a sus nietos? Pues eso.

Imagen: Takadanobaba Kurazawa