¡Qué mala es la envidia!

Por Pilar, el 07/10/2016

¡Qué mala es la envidia!

Pues eso mismo. Si te das cuenta, a una persona envidiosa lo que realmente le molesta no es que le pasen cosas buenas a los otros, lo que le fastidia es que no le pasen a ella. Pero no va a mirar el proceso que ha llegado a producir ese resultado, sino solo el resultado mismo. Un envidioso nunca piensa que detrás de un logro normalmente hay un proceso de trabajo: nadie saca buena nota si no estudia, ni aprende un idioma sin esfuerzo, pero eso no lo verá. Solo verá que él no tiene ni el título, ni el idioma, y no se cuestionará ni un minuto, que si es así, es porque se lo ha ganado a pulso pero a la inversa, tal vez porque no se ha esforzado por tenerlo. 

Y además el envidioso intentará defenestrar siempre que pueda lo conseguido por el otro. Dirá que es suerte, que es un protegido, que eso lo hace cualquiera, que así él también lo hubiera conseguido... y claro primero eso no se sabe, y segundo estaría genial que viniera alguien, lo pusiera en la misma posición, le diera las mismas herramientas y le dijera "adelante, cuando quieras" y pasado un tiempo ver si esa afirmación tan rotunda es cierta.

Lo verdaderamente triste para alguien así, es que la persona que sufre de envidia es incapaz de mirar hacia dentro y reconocer su falta de medios, de motivación, de ganas, o lo que quiera que sea que le impide conseguir cosas. Es un ser que sufre constantemente y vive una vida sin satisfacciones, porque tampoco valora las cosas que es capaz de hacer: solamente se fija en lo que tienen otros. Vive su vida pendiente de los demás, sin disfrutar de la suya. 

Y cuando se convierte en el deporte nacional, borra de un plumazo toda la excelencia y el buen hacer de los que destacan en una sociedad, que son así porque no pueden ser de otra manera, no porque quieran fastidiarnos a los más normalitos. Y entonces se convierte en la madre de la mediocridad. Se desprecia lo conseguido por otros, se echa por tierra, para igualar a todos por lo bajo, en vez de intentar aprender, y copiar, pero sus hábitos y aquello que ha conseguido hacerlos triunfadores. Como dice el refrán, como el hierro la herrumbe, la envidia al hombre consume.