Vivir sin apegos
Por Pilar, el 28/10/2016

Un apego es una adicción, es un vínculo obsesivo con una persona, con una cosa u idea. En el matiz obsesivo es donde se encuentra la parte peligrosa. Todos tenemos cariño a ciertos objetos, a personas de nuestro entorno, y eso que es bueno, empieza a ser un problema cuando en vez de ser algo sano, se convierte en un lastre que nos ata. Y es absurdo, porque podríamos vivir sin muchas cosas de las que tenemos, pensemos en un viaje al que hemos llevado lo mínimo, ¿hemos sobrevivido verdad?, pues lo mismo en la vida diaria.
Además, las cosas no duran para siempre, y atarse a algo que tiene fecha de caducidad no tiene demasiada lógica. Agradezcamos lo que tenemos y el uso que le damos a nuestras pertenencias, hay que disfrutarlas, pero pensemos que la posesión es cuestión de tiempo por la propia naturaleza de las cosas. El afán de poseer no pueden apoderarse de nuestra vida, ni debe nuestra felicidad depender de lo que tenemos. La gente es más feliz cuando es más libre y menos dependiente de sus pertenencias.
Con las personas pasa algo parecido. Es hermoso querer de verdad a la familia y los amigos, siempre que no haya vínculos enfermizos. Amar no es ni atarnos ni atar a las personas, quererlas en exclusividad como si fueran nuestra propiedad. Aquí aparecen los miedos, las inseguridades, los celos, algo que no nos deja vivir en paz y tranquilidad. Nadie es imprescindible, por muy cercano que sea, y no podemos quedarnos estancados en la vida por una decepción o pérdida. La interacción con los otros ha de basarse en el respeto, en la libertad, y en la comprensión de que cada uno tiene su vida, y lo importante es que todos nos sintamos felices. Y si venimos a este mundo sin nada ni nadie, tenemos que entender que con lo mismo nos iremos, con nada y sin nadie.