¿Por qué nos incomoda pensarnos como víctimas?
Por María, el 15/08/2018

“Mi hermano me ha dicho que el problema es mi papel de víctima, y estoy cansada de que me digan que no soy una víctima, que no puedo serlo, pero sí lo he sido, he sido abusada, violada y pisoteada, soy una víctima”
Le escuché esto a Rose McGowan en uno de los episodios de Citizen Roseel programa que E! ha hecho sobre una de las principales activistas del movimiento “Me too”
Para aquellos que no estén familiarizados con el movimiento “Me too” les cuento de que va. Esta revolución comenzó con las acusaciones de acoso sexual y violación que Rose McGowan, Asia Argento y otras artistas hicieron contra el famoso productor Harvey Weinsten, dichas acusaciones fueron respaldadas por un exhaustivo reportaje del NY Times dejando así al descubierto toda una red de abusos y violaciones contra las mujeres de parte de los más poderosos de la industria Hollywoodense.
Desde entonces muchísimas artistas han hablado: Gwyneth Paltrow, Lupita Nyongo, Cara DeLevigne, maquilladoras, asistentes de producción y más, lo cual ha generado muchísimos debates, discusiones y reivindicaciones no solo en el cine y la TV sino también en el deporte, en el campo científico e incluso en el mundo de la tecnología.
Los poderosos comienzan a caer, se habla de acoso sexual de forma abierta y se señala sin importar quién es el agresor. Kevin Spacey ha caído luego de ser acusado de tocar de formas inapropiadas a un joven actor e incluso el valiente Terry Crewsha admitido haber sufrido abusos por parte de un productor.
Así que luego de todo esto el canal E! Realizó un documental sobre la vida de Rose, y mientras lo veía la frase del inicio resonó en mi mente:
“Estoy cansada de que me digan que no soy una víctima”.El convencimiento con el que lo decía me impresionó. Me impresionó porque la palabra víctimasiempre ha tenido una connotación negativa, casi vergonzosa, aún más cuando se trata de víctimas de la violencia.
La carga más fuerte que tiene la palabra víctimaes la de la lástima, siempre que pensamos en una víctima sentimos un dejo de tristeza, de angustia por lo que habrá pasado esa persona. Y eso que sentimos por una víctima muchas veces nos deja un vacío, una sensación de incomodidad en el cuerpo qué incluso podemos llamar rabia.
Por eso me sorprendió la forma en que la usaba, como se adueñaba de esta palabra hasta llegar a reclamarla como suya. Me hizo pensar un poco en la forma en que enfrentamos nuestras pérdidas y los agravios que recibimos.
Y es que la palabra víctimano sólo lleva consigo cargas negativas sino que además arrastra a veces a un compañero molesto, la victimización. Justamente fue en esa palabra en la que pensé cuando escuché a Rose, pensé entonces:
¿No se está victimizando?
¿Su hermano la acusa de víctima o de victimizarse?
La línea que separa a ambas se me hizo borrosa.
¿Por qué?
Recordé entonces que víctima y victimización son comúnmente usadas juntas porque de una u otra forma las víctimas suelen ser culpadas de lo que les ha sucedido.
¿Víctima de violación? Su falda era muy corta
¿Víctima de robo? Llevaba un teléfono muy caro en una zona muy peligrosa
¿Víctima de asesinato? Algo habrá hecho
¿Víctima de bullying? ¿Por qué no se defendió?
Históricamente siempre existen una o más personas que justifican los abusos y desestiman la experiencia de las víctimas, constantemente existe el patrón de culpar a las víctimas y excusarse con: “es que se están victimizando, están exagerando”
Pero antes de señalar esto los invito a leer las definiciones de víctima y victimización:
Víctima: personaquepadece dañoporculpaajenaoporcausafortuita.
Victimización: la victimización es una condición de la salud mental de una persona a partir de la cual esa persona se observa a sí misma como centro de todos los ataques y agresiones
que pueden existir en una relación humana.
Como pueden ver son distintas y es necesario que las separemos dentro del imaginario popular. Pero ¿cómo? ¿Cómo hacerlo?
Esta pregunta rondaba en mi cabeza mientras continuaba viendo las historias de mujeres y hombres abrirse sobre sus experiencias de abuso sexual, sobre como cambió sus vidas, sus relaciones, sus maneras de ver la vida. La valentía de todos ellos no dejaba de impresionarme, así como la crudeza de sus historias se añadía a mi mente otra pregunta:
¿De dónde sale la fuerza para contarle sus historias al mundo? Luego de mucho pensar llegué a la siguiente conclusión: la palabra víctima no debe seguir siendo sinónimo de debilidad o de vergüenza.
El poder que han encontrado todas estas mujeres y hombres proviene de aceptar que han sido violentados, que parte de su dignidad como seres humanos ha sido afectada y violada por personas que creen que por su posición social, económica, laboral o incluso física pueden hacerlo.
Al reconocer eso, al reconocerse seres humanos cuya vulnerabilidad ha sido manipulada han podido identificar el daño que les han hecho, pero el saberse víctimas solo les ha dado más fuerza para señalar lo que está mal para así denunciar y exponer a los bullies del mundo.
Durante nuestra vida es muy probable que seamos víctimas de:
Jefes maltratadores
Relaciones familares tóxicas
Parejas sentimentales violentas
Amistades pasivo-agresivas
Gobiernos indiferentes
Y no está mal admitir que hemos sufrido, que hemos llorado y que nos han herido, no está mal mirar a todas esas situaciones que nos han hecho sentir menos personas y concluir que en efecto fuimos víctimas de una persona, de nuestro entorno o de ciertas circunstancias. Pienso incluso que el primer paso debe ser:
Aceptarlo
Luego de tener en cuenta que parte de nuestra humanidad es que sufrimos, sentimos dolor y de que nos han hecho daño es que podemos trabajar en:
Sanar
No convertirnos en victimarios de otros
Ayudar a otras víctimas
Porque al final del día siempre habrá experiencias que nos han marcado, para bien o para mal pero solo nosotros podemos decidir si crecer en ellas o quedarnos atrapadas allí.