El mito de los 10.000 pasos diarios
Por Pilar, el 06/06/2019

Dormir ocho horas, beber dos litros de agua, tomar dos mil calorías, no saltarse el desayuno... son frases que escuchamos con cierta frecuencia sin que nos paremos a pensar cuánto hay de cierto en ellas.
Una de ellas es la de caminar al menos una hora al día. Una sana costumbre que se ha venido practicando ya desde hace muchos años. Unos por necesidad, por placer o por aligerar las digestiones después de comer.
En la actualidad se ha cambiado ligeramente el concepto: tienes que caminar 10.000 pasos diarios, aproximadamente unos 8 kilómetros.
Ahora bien, ¿por qué no 3.000 o 6.000? Entonces, ¿de dónde viene esa cifra tan precisa? Antes de las olimpiadas de 1964, una empresa lanzó al mercado un podómetro, aprovechando que el ambiente resultaba propicio para hacer ejercicio y cuidarse, Manpo-Kei, cuya traducción sería un medidor de 10.000 pasos. Se calculó que con esta actividad se perderían al día una media de 500 calorías, lo que suponía mantenerse en un óptimo estado de salud y ejercicio físico.
Así, el mito de que son necesarios esos pasos diarios se ha instalado en el ideario común. Caminar tanto solo está al alcance de algunas personas, por tiempo, energía o porque la zona por la que deban caminar sea complicada. Y algunos estudios han demostrado que es igualmente efectivo caminar menos, basta con hacerlo un par de kilómetros al día, para que mejore positivamente la salud.
Así es que repetir el mantra de los 10.000 pasos exponiéndolo como el símbolo de la buena forma física no sirve demasiado. Lo importante es hacer ejercicio, adaptado a las necesidades y posibilidades de cada uno y disfrutar en la medida de lo posible de la actividad. Para algunos estudiosos, después de analizar resultados, es casi igual de efectivo caminar menos pero hacerlo de forma más enérgica. Y esto que debería también llegar al público queda oculto porque algunos de los mantras referentes a la salud y el deporte se han instalado de una manera que es difícil de desmentir.
Caminar es sano, barato y al alcance de cualquier persona. Incluso vale una ruta urbana, por lo que no complica la vida de quien lo practica. Eso sí, que no te estrese. La salud y el bienestar físicos no pueden estar sujetos a semejante obligación, ya que más que ayudar, estresan. Es sencillo empezar a caminar, los fines de semana, con una ruta que te agrade, o si no quieres complicarte recorre dos o tres veces la manzana de tu barrio para que parezca menos trabajoso. Si te es posible, haz caminando alguno de los trayectos a tu trabajo. O baja dos o tres paradas antes del bus o el metro o aparca más lejos. Y luego ya será tu propio cuerpo el que te diga en qué punto se siente bien. Sin mitos ni falsas creencias.