Cómo ser asertivo y no morir en el intento

Por Pilar, el 03/02/2020

Cómo ser asertivo y no morir en el intento

¿No te ha pasado alguna vez que quieres decir o hacer algo y que no dices y acabas haciendo otra cosa? Por miedo a que la otra persona se moleste. Te proponen ir a un restaurante caro, que no te gusta y un día que no te viene bien porque al siguiente madrugas. Tu cuerpo y tu mente quieren decir que no, pero por tu boca sale un "¿Vale, dónde quedamos?" tras el cual te enfadas mucho contigo mismo por la tontería que acabas de hacer.

La RAE define la asertividad como el acto de expresar la opinión de manera firme. Es decir, dar tu opinión sobre un tema, mostrar tus sentimientos y si algo te molesta ser capaz de decirlo sin que te cueste la vida. Y todo esto preservando tu dignidad y sin faltar el respeto a nadie. Porque la asertividad sirve para algo muy importante, y es que puedas resolver cuestiones mínimas del día a día que de otra forma se quedan dentro y que de no resolverse, se acaban convirtiendo en una montaña de ira, enfado o malestar físico. Y es fácil que así, el día menos pensado y en la situación menos adecuada saques tu asertividad aderezada de mal genio o grosería.

Si tu opinión es tan válida como la de los demás y algo no te gusta o no te parece bien, tienes todo el derecho a expresarlo. Porque sí, por salud mental y física también, sin poner por delante la reacción que tenga el otro, que en cualquier caso, es asunto suyo.

Piensa qué te gusta de la gente asertiva. Son auténticos, dicen que sí o que no con naturalidad, porque es lo que desean. Entonces tú, ¿por que no hablas por no molestar?

A veces el exceso de cortesía lleva a una situación de falta de asertividad. Y es lógico mantener las formas, pero llega un punto en que las cosas van más lejos y hasta ahí se puede llegar y toca defender la propia postura. En ocasiones uno se calla lo que piensa porque se conoce bien y prefiere aguntar más de lo necesario antes que reaccionar de una manera incontrolada.

La baja autoestima también puede producir esta situación. No te atreves a decir lo que piensas por la reacción que tengan los demás. Te preocupa más eso que pasarlo mal porque vas a hacer algo que no quieres o dejar de hacerlo por miedo a la opinión de los demás. Por llevar la contraria, ser distinto, no hacer lo que se supone que quiere la mayoría.

¿Cómo ser asertivo?

Deja de pensar que lo que digas o hagas o no hagas, no es correcto. No se trata de que esté bien o mal, se trata de lo que tú quieres hacer. Dejar que tu amigo vaya solo a un evento porque no quieres ir tú no es de ser mala persona. Es una cuestión que no te atañe, es algo que debe solucionar él.

No presupongas que lo que vayas a decir o hacer va provocar una reacción negativa en el otro, cuando realmente no lo sabes. Y si no es así, y ¿si es todo lo contrario? 

Ser asertivo significa hablar de lo que te interesa a ti, igual que los demás hacen con sus intereses o sentimientos. Los tuyos son igual de válidos y de apropiados o no. Es algo que sucede sin más explicación.

Si quieres algo tienes que tener claro lo que es, para poder explicarlo y que los demás lo entiendan, nadie va a adivinar tus deseos. Concreta las cosas que dices de manera que se ajusten lo más posible a tus deseos.

No confundas los hechos objetivos con la impresión subjetiva que te producen. Tal vez nadie te está imponiendo nada realmente y solo eres tú quien lo entiende así. Tal vez dejarías de pillarte esos tremendos enfados si fueras consciente de que la situación solo está en tu mente.

Las formas son importantes siempre. Ser asertivo supone saber lo que quieres y exponerlo de forma clara, pero siempre con educación y respeto. Sencillamente pronúnciate, di lo que necesitas o lo que no. Transmítelo desde tu propia visión, no como algo que es culpa de los demás, si en algo los aprecias, y seguro que se sienten identificados con ese yo que en otras ocasiones son ellos.

El lenguaje corporal debe acompañar a la sensación de seguridad que se quiere transmitir. Muéstrate con gestos firmes, asegura la calma, el control en los gestos y movimientos. 

Imagina que entras en un bar, y te han dado una mesa arrinconada, oscura, cerca del baño. No lo entiendes puesto que hay más sitios libres. Llama al camarero, dile que te vas a cambiar a otra, de manera firme, iniciando ya el gesto de levantarte, con aplomo y ve a la que te ha gustado. Es sencillo y mucho mejor que quedarte a disgusto en la que habían dado, dándole vueltas en la cabeza y amargándote la comida, cuando es tan fácil como cambiarse. No, el camarero no te odia, es posible que ni se haya dado cuenta, pero el cliente eres tú y puedes cambiar. Y si no te quedas a gusto te vas a otro bar. No pasa nada.

Todo esto no lo conseguirás de un día para otro, tienes que empezar por pequeños gestos, poco a poco, en situaciones no comprometidas para ir pasando a otras que te resulten más conflictivas. Verás que con la práctica un día te costará trabajo reconocer a esa persona que era incapaz de decir nada por no molestar. Si quieres que los demás te respeten tienes que empezar a hacerlo tú contigo mismo.

Imagen: Flo Dnd en Pexels