¿Eres una persona tóxica en tus relaciones?
Por Pilar, el 20/05/2020

Ser tóxico no es una manera de ser, es una forma de relacionarse, en ocasiones, con algunas personas, en determinados momentos. Conocidos en la vida diaria, pueden tener una relación tóxica con su pareja, sus padres o un compañero, cuando con todos los demás son encantadores. A nosotros mismos nos puede ocurrir, porque con frecuencia olvidamos que sí, que también podemos ser tóxicos para otra persona.
¿Cómo se genera la toxicidad en las relaciones?
A las personas tenemos que aceptarlas y si es el caso, quererlas como son. Sobre el papel esto es sencillo de hacer, pero en la práctica es más complicado. Al principio de cualquier relación, personal, profesional, de amistad, hay una cierta tendencia a idealizar al otro. O al menos a minimizar algunos detalles. Pasado el tiempo, cuando ya se ha convivido con esa persona en el ámbito que sea, llegan los roces, los problemas. Y seguramente se ha perdido ese espíritu benevolente, en ese momento no solo no se acepta su manera de ser, sino que se le ataca, se le exige que se comporte de manera diferente.
Es posible que ese defecto sea real, o tal vez solo esté en nuestra mente, pero la cuestión es que lo que sea, si no se resuelve, deviene en una conducta agresiva que cuesta revertir. Se intensifican los reproches y la falta de respeto. La dinámica tóxica se pone en marcha.
Llegados a este punto ya es difícil encontrar algo bueno, bien hecho en el otro. Con lo que la percepción del otro se enrarece un poco más. Si una parte decide que debe tomar las riendas, llevar el mando, se produce una dictadura. Si el otro no hace lo que se espera, nuevamente se enreda más la situación. El desgaste está servido.
De ahí a acumular rencor va un paso. Se acumula sin que se resuelva la situación que lo produce y el estallido, si ocurre, tendrá lugar cuando aparentemente no pase nada. Esta situación no sirve ni al que se ha guardado los sentimientos ni al que no ha tenido oportunidad de obrar de otra manera.
Aquí posiblemente una de las partes vaya de víctima. Se sirve de la situación para captar la atención, hacer chantaje emocional, lo que sea. Este comportamiento sirve de tapadera, cara al exterior es la parte que padece la situación, aunque es algo que provoca para parecerlo.
Somos imperfectos. Hay que tener claro qué defectos ajenos estamos dispuestos a soportar y no engañarse pensando que esa persona, pareja, amigo, compañero de trabajo, cambiará. No lo hará, o tal vez sí, pero no desde luego por la presión de otra persona. Entender esto evitará que nos convirtamos en una persona tóxica.
Cuando surge un problema, lo mejor es hablar y solucionarlo. Si se trata de una persona que tiene dificultades para resolver las cosas, lo más saludable siempre que se pueda es evitarla. Si es inevitable, es el jefe, un compañero, un vecino, el único poder que tenemos es no seguir su juego, porque nos atrapará. No se puede razonar con alguien que solo quiere que nos sintamos culpables, siempre, de todo. Gestionar las emociones es tarea de uno mismo, ni podemos hacerlo por otros, ni pueden hacerlo por nosotros.
Imagen: Alexas