Cambiar tu vida siempre es posible
Por Pilar, el 19/01/2022

A lo largo de los años he leído mucho sobre temas de desarrollo personal, imagino que como casi todo el mundo. En casi todos los textos la conclusión es la misma, el cambio se produce con un punto de inflexión, que hace que todo se transforme. Puede ser un tema ajeno, un accidente, una muerte, un revolcón de la vida o de un momento de reflexión que induce a dar el paso definitivo.
Igual que en una película, alguien tiene una vida normal y corriente, aparentemente feliz y de repente, una situación económica desastrosa, una ruptura sentimental, un accidente, hacen que sí o sí el protagonista deba tomar un rumbo distinto en su vida, que no esperaba. Esa situación hace que se tenga que salir de la zona de confort y se sacan fuerzas de donde no se pensaba que había, para salir adelante. En otras ocasiones, las menos, es uno mismo el que se levanta un día siendo consciente de que si sigue así, su vida se va al garete. Y da los pasos, tal vez más pausados que en el punto anterior para empezar de nuevo.
Así es que analizando qué pasa, en un caso hay voluntad de cambio, en el otro simple necesidad. Pero lo que sí ocurre en ambos casos, es que las cosas comienzan a hacerse de forma diferente. Hay un cambio de actitud, de hábitos, de vida. Es la única manera de obtener resultados distintos. En un caso es verse abocado a hacerlo casi sin pensar, en el otro se saca poco a poco el pie fuera de esa zona en la que vida es cómoda. Luego hay que acoplarse y arriesgarse a no tener una existencia más complicada de la que se huye, reajustar hábitos de años, que no por eso son ni buenos ni saludables. Al menos no son capaces de sacar todo nuestro potencial.
Si no conoces ningún caso, basta ver alguna de esas películas en las que alguien bien posicionado tiene que hacerse cargo de algún niño, la antítesis del órden y de una vida tranquila, después de la muerte de un familiar. O alguien de buena posición que debe de repente llevar una vida austera sin caprichos. Y no significa que no se deba hacer todo lo posible por intentar volver a lo que se tenía, sobre todo si era bueno. Simplemente, somos capaces no de hacer todo lo que nos propongamos, que tampoco sería realista, pero sí de hacer cosas que jamás nos habíamos planteado.
Cuando aparece una situación sobrevenida, la reacción suele ser esta: los cambios son para bien, tal vez sí o tal vez no. También pueden conducirnos a una situación extraña, incómoda. Eso sí, obligan a hacer cosas diferentes, a sacar potencial y fuerzas que se desconocían. Y en ese sentido no es que los cambios sean buenos, son geniales, y casi siempre el comienzo de una nueva manera de vivir. Nunca es tarde.
Imagen: bruce mars